Nicolás corrió y abrió la puerta de su habitación de una patada, que seguramente rompió el picaporte, se tiró hacia adelante, preparado para pelear con quien sea que estuviera agrediendo a su esposa. -¡Aléjense de…!- Enmudeció a mitad de la frase.No había nadie por ningún lado, buscó rápidamente detrás de las gruesas cortinas, por la ventana, quizás habían saltado, en el armario. Nada.Confundido, se giró hacia Carla, quien todavía estaba recostada en la cama, con los ojos cerrados con fuerza y retorciéndose entre las sábanas, tratando de zafarse de algo invisible. -Carla…- dijo suavemente, con miedo a asustarla. Ella no contestó, seguía balbuceando cosas inentendibles y sollozando por lo bajo- Carla, despierta, no hay nadie. - insistió comenzando a desesperarse por no saber cómo actuar contra un enemigo imaginario. Caminó hasta al lado de la cama y lentamente acercó su mano hacia el brazo de la joven. Fue una mala idea, porque apenas tocó la piel hirviendo de fiebre de la mucha
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