15. AL AMANECER.
Cerca de las 3 de la mañana mi cuerpo está completamente destrozado, las marcas, los arañazos, la piel roja me delata, la miro en el suelo y su pecho sube y baja con rapidez, lleno de besos su pecho, su abdomen, sus brazos, sus piernas. Estoy cansado y me quiero detener, pero una vez más fue mía y estoy intentando grabarla nuevamente en mis labios, ella sabe que amo recorrer su cuerpo dejando besos ligeros que se los lleva el viento.De pronto su pecho comienza a agitarse con brusquedad.—¿Qué sucede, Alice? ¿Por qué lloras? —me inclino sobre su rostro y limpio sus delgadas lágrimas con mis labios.—Stan, esto está mal. Lo que volvimos a hacer, mírame, mírate, somos hermanos maldita sea —ella sigue llorando.—Alice… sabes que…—¡No! —se intenta sentar, pero no se lo permito. Me pongo sobre ella nuevamente—. Stan, todo esto es inaceptable de nuestra parte, Aiden y yo… mi hijo… Paris ¿Acaso nada te importa?—Me importas tú Alice, nada más. Y nuestro hijo.—No es…—No te mientas más, no
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