Han pasado tres meses desde que mi pesadilla terminó,tres meses desde que nació mi hija y tres días desde quevolví al trabajo. Rechacé la oferta de Isabella, la doctora queera amiga de Olivia, y retomé mi puesto en el hospital. Aquíconocía a la mayoría de los médicos y enfermeros y lo másimportante es que estaba a pocos minutos del apartamento.Liv se quedaba en casa con Greta y el primer día llorémás que ella. ¡Dios! Ella ni siquiera me echó de menos, esun bebé, mientras tiene el biberón lleno y el pañal seco estáfeliz.No he vuelto al trabajo a jornada completa, solo cinco #buenovelaresumenhoras por la mañana que fue lo que recomendó miterapeuta. No me gustaba, el trabajo no la terapeuta. Curar,ayudar, es lo que me hacía ilusión, pero ahora ya no.El ambiente del hospital me parecía demasiado informal,agobiante, frío. Veía los pacientes ir y venir, una consulta enurgencias por algún dolor y en la mayoría de los casos leenviaba a casa con una receta. No sabía si seguían
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