Una luz cayó sobre los ojos de Nadia, por lo que no pudo distinguir nada a su alrededor. Cerro los ojos con fuerza, pero sin perder atención de lo que sucedía en su entorno. Escucho voces masculinas, pasos y sonidos como de agua corriendo, ademas de que el lugar apestaba a humedad y claro se sentía bastante frío, aunque no temblaba por la temperatura, sino porque no sabia que iba a suceder con ella, pero a esas alturas ya no le importaba del todo. Mihai la había traicionado, ella ya sabia que su esposo era un maldito desgraciado, pero a pesar de su terrible relación, si algo aún los había mantenido unidos, eso era la lealtad. Mihai no la había traicionado antes porque ella era su cómplice, ella sabia más secretos de los que a su esposo le hubiese gustado que supiera y quizás esa era una de las razones por las que la traicionaba, para deshacerse de ella sin tener que mover un dedo. Nadia estaba destrozada, pero incluso con esos sentimientos de decepción y desilusión, no podía ignorar
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