Presionándose los labios, Mariana no discutió aceptando las palabras de los mayores, equipándolos con lo necesario.–Espérenos aquí. Apenas logremos deshacernos de los intrusos, volveremos –dejándole un beso en la frente, Imelda junto a los dos hombres se retiraron del lugar, encargándole al señor Jecf de cuidarla.Corriendo deprisa para reunirse con los demás, un grupo de hombres los intersecto obligándolos a luchar. Sin importar a cuantos derrotaran, el número no parecía disminuir.–Son demasiados –grito Rick, siendo herido por una bala en la pierna.–¡RICK! –intento ayudarlo pero le fue imposible, las personas armadas la acorralaron junto a Marco, quien también quiso socorrerlo sin éxito.En un intento desesperado por recuperarse, una segunda bala le imposibilito el brazo derecho, perdiendo del arma al mismo tiempo en que el número de hombres incrementaba. Junto a un gemido de dolor, dejo el maletín con municiones a un lado, enfrentándolos a combate cercano, no obteniendo éxito, ca
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