—Así que, tienes hambre, ratica.- una gruesa voz susurró en su oído, al tiempo que un cuerpo imposiblemente alto se pegaba a su espalda.- hagamos un trato, yo te daré de comer si tú me das a mí. Una enorme mano rusa se apoderó del dorso de su cuello, tirando de las raíces de su cabello dolorosamente, haciéndole girar el rostro en su dirección y forzándola a mirarlo. La manzana que acababa de sacar del gavetero del refri cayó de su mano, rodando por el suelo de la cocina. —Uno creería, que el corderito inocente estaría durmiendo a estas horas y no comportándose como un roedor en la cocina. La mirada de ella chocó con la gélida mirada de Alexis, quién pronunciaba sus palabras entre dientes. Su aliento, cargado de alcohol, rozaba su rostro, provocándole arcadas del asco. Dando unos pasos atrás, sin dejar escapar a su despavorida presa, el ruso encendió el interruptor , causando que toda la cocina se iluminara. —Así que, te gusta robar comida. ¿Eh? —No la robaba, tenía hambre. Me sen
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