Capítulo IV Algo amenaza el amorA Harold le preocupaba la falta de noticias de Margot, hacía dos días que nole respondía había ido a su casa, pero se había mudado según su casero. ¿Había sido todo, una broma pesada?, no, sus besos y sus caricias eran verdaderas, de eso estaba seguro él. Se paseaba nervioso por el despacho y su ayudante, que de habitual lo veía tras su mesa imperturbable, estaba perplejo ahora. Nunca lo había visto nervioso tan siquiera.-Peter, -le llamó Harold a su ayudante- venga tengo algo que hacer urgente y necesito su ayuda.-Dígame señor Ebelgrade, -le respondió.-Verá es un encargo de carácter personal no tengo a nadie de confianza salvo usted. Hace cinco días recibí una carta extraña,-¿Un anónimo señor?-Sí, algo así pero era más una amenaza de suicidio que contra mí, la cuestión es que había un número en el reverso y llame´, era una mujer, quedamos en Picadilly, en ese sitio tan elegante, el Criterion. Cenamos,
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