Capítulo 27. MI REFLEJO Y YO
Al día siguiente el señor Fernando me permitió faltar a clases, pero no fue lo mismo con Gabriel y Rámses. Quedarme sola me hizo bien, lloré gran parte de la mañana, pero no podía estar todo el día encerrada. A pesar de la tranquilidad que la casa me daba por mi cuerpo corría la necesidad de moverme, de pararme, de vestirme, de salir, de caminar... y exactamente eso hice.Me encontré caminando hacia el centro de la ciudad, disfrutando para mi sorpresa de no estar huyendo, solo... paseando. Caminé sin mirar la hora y sin un destino fijado, por eso cuando llegué frente a la tienda donde Rámses se tatuaba, lo sentí como una llamada del destino, porque ni siquiera sabría llegar aquí de habérmelo propuesto.Entré y el lugar estaba lleno, muy distinto a cuando acudí con Rámses, aunque por supuesto, aquello fue un día domingo. Me acerqué hasta el mostrador y vi a Germán dando órdenes a la chica de la caja, cuando me vio sonrió y me hizo seña para que esperara, finalmente se acercó hasta dond
Leer más