Esa mañana la tormenta azotaba la ciudad con fuerza, Raeyron apretó las riendas del caballo que le había comprado Maiken con otra bolsa de oro que se había robado de quien sabe dónde, pero no le importó realmente, tenían caballos y eso les quitó un día de viaje.En el barco, después de que Maiken saliera de la cabina y lo dejara solo, Maiken tuvo mucho tiempo para pensar antes de quedarse dormido, y cuando despertó, el guardia estaba acostado a su lado con la boca entre abierta y todo el cuerpo volteado hacia él. Raeyron aguantó el impulso de abrazarlo y se lo quedó mirando un largo rato, las facciones fuertes, la barba larga que comenzaba a cubrirle los labios y que era tan oscura como su cabello, las largas pestañas y esa cicatriz sobre la ceja poblada que le hacía lucir rudo. Raeyron quiso tocarlo, pero se aguantó.El resto del viaje, por mar y por tierra, la pasaron en un silencio un poco incómodo, el guardia parecía serio y Raeyron no quiso romper esa seriedad, y apenas ya faltan
Leer más