—NATALIA— La vida puede cambiar en un solo instante. Solo un chasquido y todo puede terminar de cabeza. El tiempo se detiene y el sentido se invierte hasta convertirse en una bola inestable de incertidumbre. De sentirme sola y con un corazón suplicando ser amado, a tener más de un corazón anclado a mí, rodeada de seres que me hicieron sentir segura, amada y comprendida aún cuando ni yo misma era capaz de entenderme. Ellos me completaron aquello que creí siempre estaría vació, desolado. Hasta finalmente ver como todo cuanto de repente conseguí está a punto de desvanecerse, como un soplo del destino que parece una vez más regodearse cruelmente en lo que ya sabemos ha sido una maldición, una condena a la cual mi propia gente me empujó mucho antes de tan siquiera tener una opción. No hay nada que pueda hacer más que quedarme estática en un lugar donde siento imposible alcanzarlos, incluso en mi propia mente, mientras me anclo a lo único que me mantiene sujeta a aquí, a mi presente,
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