Anthony miraba a Rhaena, aquella noche lucia realmente hermosa ataviada en aquel vestido sencillo, pero elegante, en color azul marino. Estaba evidentemente nerviosa, y, ciertamente, no podría culparla por eso. Irian a la mansion Crawford, la principal, a una cena en la que, finalmente, Rhaena conoceria a sus padres. Queria causar una buena impresión, eso era obvio, y es que, de todas maneras, de eso iba El contrato matrimonial que habían firmado: ella era la esposa perfecta y el le pagaria por ello, eso era todo. Aun no a Lanza a comprender lo que estaba sintiendo por su esposa de contrato. Todo esta a sobre la mesa, tenian buen sexo, no existia un compromiso real, y nada que realmente los atara a nada, Ella tenía sus metas establecidas, el seguiría vigente en el testamento como el heredero de los Crawford, y todo iba según su plan. Sin embargo, algo de todo ello no le terminaba de gustar y lo hacía sentir incómodo. Quería importarle a Rhaena, importarle de verdad, y que ella no le
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