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Todos los capítulos de ¿De nuevo a tu lado? : Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 29: ¿Cinco días confinados, juntos?
Malú tragó con rapidez el bocado de piña que minutos antes se llevó a la boca. —Me siento muy confundida —habló con sinceridad, parpadeando—. Ya sé que te confabulaste con la mujer que más daño le ha causado a mi familia —expresó percibiendo su pecho agitado. —¿Cómo pretendes que te crea, si te acercaste a mí solo por venganza? —La voz se le quebró. Abel irguió la barbilla, tragó grueso. —No, no me acerqué a ti con esas intenciones, me enamoré desde el día que te vi, cuando mi chofer casi te atropella y caíste al río en Bolivia, desde el instante que tus ojos se cruzaron con los míos, me flechaste, no sabía tu nombre, menos tu apellido —recalcó. La barbilla de Malú tembló. Ambos como si sus mentes estuvieran conectadas, rememoran el día que sus destinos se cruzaron, un año antes: (...) Alto Beni- Bolivia. Malú se encontraba con la mirada perdida, los puños apretados, el ceño fruncido, muy enfadada, luego de haber puesto en su lugar al hombre que se burló de una de sus prim
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Capítulo 30: El inicio del encierro.
«Positivo» había sido el resultado de ambos luego de realizarse la prueba del antígeno, así que luego de discutir en dónde se iban a encerrar, decidieron hacerlo en el apartamento de Malú, ella no podía dejar a fifí sola, por tantos días. «¡Esto es una locura! ¡Dios por qué te empeñas en acercarme a él!» pensó Malú, mientras iba en el auto con Abel, carraspeó, percibiendo un ardor en su garganta, se aclaró la voz, y frunció la nariz. —¿Estás bien? —indagó Abel, giró unos segundos para verla. Malú volteó su rostro su azulada mirada se reflejó en esos ojos color chocolate. —Tengo la garganta seca —explicó. Abel colocó su mano en la frente de Malú. —Parece que también tienes fiebre —explicó y la miró con ternura, la tomó de la mano—, nos cuidaremos juntos, como lo que somos: esposos, recuerda que juramos ante Dios, en la salud y enfermedad. El corazón de Malú se aceleró, las palabras de él hicieron eco en su mente, se remontó al día de su boda, esa la recordaba con total claridad.
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Capítulo 31: Día uno: ¡Ya te dije que Abel está conmigo!
Malú parpadeó, el aroma a comida inundó sus fosas nasales, el estómago le rugió, entonces estiró sus brazos, y se desperezó. Notó que Abel ya no estaba a su lado, y cuando se disponía a salir de la cama, él apareció sosteniendo la bandeja con el desayuno. —Buenos días, mi bella durmiente —dijo él. Malú no puedo evitar sonreír al verlo, él tenía el cabello enmarañado, y a pesar de eso se veía atractivo, ella suspiró profundo. —Hola, ¿cómo amaneciste? —cuestionó. —Bastante mejor, el descanso y las medicinas me hicieron bien, ¿y tú? —Ya no me duele el cuerpo, no tengo fiebre —comentó ella, lo miró a los ojos y de nuevo su corazón se aceleró. Abel sintió alivio, no deseaba que se fuera a poner mal, se acercó con la bandeja. —Preparé lo que te gusta —mencionó arqueando una de sus cejas, orgulloso. Malú inhaló el aroma del pan tostado con mantequilla, jamón y queso, se mojó los labios. —El almuerzo corre por mi cuenta —propuso ella. —Prefiero ser yo el que cocine. —Sonrió—, tiene
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Capítulo 32: Reminiscencia: Colgado en tus manos.
Alto Beni - Bolivia. (Un año antes)Aquella noche en el pueblo se iba a dar una celebración en el único bar que existía en honor a Abel y todo su equipo. Cuando Malú se enteró de que el ex de su prima iba a asistir, convenció a la chica de ir a aquel evento. Ambas se vistieron como para salir a matar. Cuando ingresaron al bar, un profundo silencio se hizo en el ambiente al verlas, pues con su belleza y presencia captaron la atención de todos. Ambas ignoraron los murmullos y caminaron con total seguridad hacia la mesa en donde los colegas médicos de Aurora estaban esperándolas. La gente reunida en el lugar esperaba la llegada de los visitantes extranjeros, entonces Malú ladeó los labios, y se aproximó al dueño de la cantina, porque en realidad no era un bar, y le pidió reproducir a través de BT una pista. Aurora se puso de pie y corrió hacia su prima. —¿Qué piensas hacer? —cuestionó. —Amenizar el ambiente —dijo Malú, entonces tomó un micrófono en sus manos, y de inmediato la pi
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Capítulo 33: ¡Pesadillas y confesiones!
Luego de que ambos habían rememorado sus primeros besos, y que Abel logró convencer a Malú de que entre él y Leticia no había nada, entre ambos hicieron el almuerzo, limpiaron la casa, jugaron un partido de Scrabble, y así finalizó el segundo día del encierro. Al tercer día, la rutina fue la misma, esta vez, luego de realizar las labores cotidianas, jugaron Jenga, pero empezaron a sentirse agotados, y decidieron irse a la cama. Abel se removía con inquietud en el lecho, gotas de sudor aparecieron en su frente, su pecho subía y bajaba agitado. Tenía una pesadilla, o más bien un antiguo y doloroso recuerdo de su infancia apareció en sus sueños. Apenas tenía ocho años, cuando aquel día, su jornada fue interrumpida, por balazos de ametralladoras. «—¡Al suelo, niños! —» fue el grito lleno de horror de la maestra. El corazón de Abel palpitaba con mucha fuerza, se agachó y metió bajo su pupitre, se aferraba a las patas de madera, mientras escuchaba aquellas detonaciones y el llanto
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Capítulo 34: ¡Mi ángel rebelde!
Eduardo revisaba su móvil, entonces notó que la llamada de Mafer, duró más de lo que ella habló, se llevó la mano a la frente. —¡No puede ser! —Ladeó los labios, divertido—, parece que eres una pervertida, y que te encanta escuchar lo que hacen otras personas. —Sonrió—, eres peor de lo que imaginaba Mafer Duque, toda una cajita de sorpresas. —Asintió. —¿Por qué me habrás llamado? —se cuestionó, miró la hora era tarde, y no podía molestarla, no era correcto—. Me comunicaré contigo en la mañana, ansío saber cuál es la insistencia en verme. —Como si fuera una adolescente miró la fecha y hora de la última vez que ella se había conectado a Wh@tsaap, notó que un minuto antes. “¿Estás despierta?” fue el mensaje que digitó. **** Mafer no había podido conciliar el sueño, sostenía su móvil en las manos, cuando de pronto le llegó un mensaje, abrió sus ojos con sorpresa. —¡Eduardo! ¡Ay virgencita este es el diablo, lo invoqué y apareció! Entonces leyó el texto, ladeó los labios, no iba a
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Capítulo 35: Reminiscencias: Un encuentro accidentado.
Cartagena de indias, Colombia. Ocho meses antes. Dos meses habían pasado desde que Malú y Abel se conocieron; luego de que ella, no asistió a la cita, no se habían vuelto a ver, ni saber uno del otro; sin embargo, ninguno de los dos había podido olvidar lo sucedido en Bolivia, y menos cuando Aurora había filmado todo. «¡Quizás debí darte la oportunidad de tener una cita contigo!» se cuestionó Malú, suspirando pensando en él, se hallaba recargada en el balcón de su suite. Había asistido a un congreso de exportadores de café en Cartagena; disfrutaba del ruido que hacía el mar golpeando con la playa, y aquella suave brisa que le acariciaba la piel. De pronto escuchó quejidos, murmullos, palabras soeces. Abrió sus ojos y miró a lo lejos a tres hombres golpeando a un hombre, notó que el caballero se defendía como podía, pero era uno contra tres. «¡Montoneros!» expresó en su mente apretando los puños. No pensó un segundo en ayudar a aquella persona, corrió a la alcoba, sacó su arma y vo
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Capítulo 36: Reminiscencias: ¿Amor a primera vista?
Abel se acarició la mejilla, sus pupilas se dilataron, la tomó entre sus brazos y volvió a besarla. —Te dije que por cada bofetada recibirías un beso mío —habló con voz ronca. Se mojó los labios saboreándolos—, además lo que yo proponía era que te quedaras en el camarote, no lo que piensas, ¡eres una chiquilla pervertida! —Carcajeó. «Eres un idiota, encantador» pensó ella, sacudió su cabeza y lo empujó. —Caras vemos, corazones no sabemos, eres un desconocido —expresó con sinceridad. —Puedo dejar de ser un desconocido, solo dame una oportunidad. —Frunció los labios y juntó sus palmas—, soy inofensivo, además me debes una cita, me dejaste plantado. Malú rodó los ojos. —¡Eres el diablo! —exclamó, negó con la cabeza, inspiró profundo—. Estamos a mano, te salvé la vida —mencionó con seguridad. —¡Ahí están! —se escuchó. El corazón de María Luisa, retumbó, tomó el arma, decidida a disparar, pero Abel la haló de la mano y empezó a correr con ella hacia el muelle. —¡Te lo dije! —excla
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Capítulo 37: ¡Los celos me enloquecen!
Malú suspiró profundo al volver al presente, su cabeza reposaba en el pecho de Abel, ambos se hallaban recostados en una hamaca en el balcón de la alcoba de ella. —Te convertiste en un ángel en mi vida —repitió él. Malú elevó su rostro, lo miró a los ojos. —Aún no he podido sacarte el diablo que llevas dentro —expresó con voz temblorosa—, tengo miedo que aún tengas rencor en tu alma. Abel parpadeó se estremeció al escucharla, la comprendía bien, pero la duda le dolía en el alma. —Te comprendo, pero deberías darte cuenta de que en cada beso que te doy, te dejo mi alma, por completo —expresó con la garganta seca. Malú inhaló profundo, le brindó una sonrisa, y en eso el timbre del apartamento interrumpió el momento. Ella frunció el ceño. —¿Pediste algo de comer? —indagó a Abel. Él negó con la cabeza, frunció los labios. —No, para nada. —Voy a abrir —contestó ella. Malú se arregló el cabello, se colocó sus sandalias y se acercó a la puerta de madera y abrió, notó que en la puer
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Capítulo 38: ¿Me llevas o no?
—Hola, preciosa —saludó Eduardo, sonrió ampliamente, con sus ojos la recorrió, se mojó los labios, y elevó una ceja al ver en dónde se hallaba sentada. Se aproximó y le besó la mejilla, inhaló su aroma a violetas, suspiró profundo. —Buenas noches —contestó Malú, sintió un corrientazo cuando los labios de él rozaron su mejilla, se estremeció, frunció el ceño, eso jamás le había pasado antes con ningún otro hombre, excepto con Jorge, su primo, a quién amaba desde que eran niños, y quien en realidad no llevaba la sangre Duque, pero al ser hijo del mejor amigo de su padre, era como alguien de la familia. —¿Has pedido algo de beber? —cuestionó Eduardo, sin dejar de verla, ni de sonreír. Tomó asiento a su lado. —No, aún no, te estaba esperando, imagino que prefieres whisky. —Frunció los labios—, seguramente nunca has probado un buen aguardiente colombiano. —Sonrió. Eduardo alzó la barbilla para mirarla. —Hay muchas cosas en Colombia, qué deseo probarlas. —La recorrió con descaro—, pero
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