Malú luego de haber charlado con sus padres por la videollamada, no se quedó tranquila, sentía un vacío en el pecho que no la dejaba en paz. «¿Y si regreso con mi familia? Quizás eso sea lo mejor. Pero, ¿qué va a pasar con Abel, tengo tantas dudas y secretos por descubrir?» Su semblante se llenó de contrariedad, en ese instante se encontraba en el hospital del pueblo, entonces fue al baño, y se mojó el rostro, intentando disiparse, de inmediato volvió a sus labores. Cuando se disponía a finalizar su jornada, se sobresaltó al sentir que alguien la tomó del brazo. —Ven conmigo —rogó—, no regreses con tus padres, si lo haces, no podré demostrarte lo mucho que te amo, y lo arrepentido que estoy, por favor. —La miró suplicante, y con la voz agitada. —¿Abel? —cuestionó Malú, parpadeando sorprendida al ver que había regresado a la brevedad, el corazón se le aceleró al tenerlo tan cerca—, no soy una niña, nadie me puede obligar a irme o quedarme, esa es mi decisión —informó y empezó
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