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Todos los capítulos de El precio de un error : Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo 11. Un pequeño sangre Ferrari
Briggitte se quedó viendo a su madre con dolor, aún en su ingenuidad, esperaba que ella le dijera que era una broma, que no lo decía en serio, pero no, era real, allí estaba la mujer que por naturaleza estaba obligada a amarla y protegerla siendo la primera en arremeter en su contra.Se dio la vuelta y no dijo nada, subió a su habitación sacó una maleta, guardando algunas cosas porque no todo le cabía, y salió de allí sin decir nada, ante la mirada de lástima de algunos de los miembr0s de la servidumbre, las cuales ignoró, porque le hizo comprender que hasta a unos extraños le inspiraba más lástima que a su propia madre.Salió de allí, sin saber adónde ir… las ofensas y maltratos se repetían de manera constante en su cabeza, en principio, caminó sin rumbo fijo, hasta llegar a un centro médico, y decidió practicarse los análisis, aunque podía ir al ginecólogo para que le dijera si había sido abusada, decidió no hacerlo, tenía demasiado miedo y no sabía si sería capaz de vivir con esa d
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Capítulo 12. Propuesta
Sebastián se levantó con dolor de cabeza, tenía la sensación como si le hubiera pasado un tren por el cuerpo, dirigió su vista a su alrededor y sintió alivio al darse cuenta de que estaba vestido y que Francesca no estaba a su lado, no sabía cómo iba a hacer, pero quería a esa mujer alejada de su vida.En ese momento, se recordó de Briggitte, y dejando a un lado su tonto orgullo, decidió escribirle.Enviado a Briggitte«Buen día, pensé que quizás se te había extraviado mi número, porque no me has enviado ni siquiera un buen día» escribió y colocó una carita llorando.Recibido de Briggitte«¿Quién es?», preguntó ella y esta vez el envió una carita llorando.Enviado a Briggitte«Eso si dolió fuerte… yo pensando en ti y tú ni siquiera guardaste mi número… es una patada a mi ego».Recibido de Briggitte«¡Mentiroso! Si hubieras pensado en mí, no tardarías tantos días para enviarme un mensaje».Enviado a Briggitte«Creo que he pillado a una mentirosa… preguntándome quien soy y lo sabes bien
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Capítulo 13. Desconfianza
—¡¿Qué estás haciendo?! —preguntó ella nerviosa, con el rostro ruborizado producto del deseo.Él no le respondió y tampoco se detuvo, siguió besándola en la boca, con dulzura y con una lengua que la mantenía atrapada en una llama de pasión, se despegó un poco y siguió besándola por su rostro, le mordisqueó el lóbulo, provocando que ella temblara y respondiera. Sin embargo, fue incapaz de oponerse a la pasión ardiente del hombre, porque se encontraba en su apartamento, en su mundo, donde el único límite eran sus lindos sueños sobre él. —Sebastián, no lo entiendo… —susurró nerviosa, aunque conteniendo las ganas de sumergirse en esas emociones y sensaciones que el hombre la estaba haciendo sentir.—Tu cuerpo sabe lo que necesitas —dijo Sebastián en un tono gutural, acariciando su cuello—. No necesitas entender, solo quédate quieta.El hombre la besó y comenzó a desabrochar su vestido, aunque no lo quito todo, dejándolo a la altura de su cintura, pasó sus manos por sus cúspides y las ac
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Capítulo 14. Secretos amagos
Sebastián lo pensó, mientras veía esa mirada que lo envolvía y hacía estremecerlo en su interior, “Ella no puede estarme mintiendo… su mirada es limpia, pura”, después de pensarlo un par de segundos, decidió dar un salto de fe con Briggitte y darse una oportunidad con ella y terminó asintiendo, mientras ella reía sin poder ocultar su felicidad.Unos minutos después, ambos estaban en la cama desnudos, abrazados y pese a que se sentía cansado, Sebastián no podía dormir, estaba demasiado eufórico con la presencia de la joven y por todo lo que le deparaba el futuro, solo esperaba no estar equivocándose.En silencio la abrazó y aseguró que ella apoyara su cabeza en su pecho, pese a que ambos estaban cansados, ella durmió tranquila, como si no tuviera ningún remordimiento, mientras él tenía muchos pensamientos atormentándolo… no pudo evitar besar su hombro y otra vez se sintió excitado… eso nunca antes le había pasado.Se dio cuenta de que sus brazos estaban fríos, y comenzó a acariciarlos
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Capítulo 15. Propuestas sospechosas. 
Ante las palabras de apoyo de su amiga, sintió una emoción en su pecho, porque se sentía muy bien saber que si era importante para alguien.—Gracias, Val —dijo Briggitte sonriendo y abrazándola.—¿Ahora por qué te sonríes? —preguntó su amiga.—Porque siento que al fin las cosas van a cambiar… que al fin podré salir de ese infierno y vivir una vida que merezca la pena. Sé que seré feliz con Sebastián.Veinte minutos después salió de la casa de su amiga y subió al auto, Sebastián en principio estaba molesto, pero al verla con los ojos rojos, toda actitud hostil se esfumó de él, sustituyéndola por una de preocupación.—¿Qué pasó Brigg? ¿Esa señora te hizo algo? —preguntó con inquietud.Un sollozo salió de los labios de ella y sin decir nada se abrazó a él. Sebastián la sostuvo con fuerza mientras besaba su cabeza.—Mi amor ¿Por qué estás así? —volvió a interrogarla preocupado.—No te preocupes Sebas, solo quiero que me abraces y sentir que me quieres —dijo ella con un tono de voz suave.
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Capítulo 16. Felicidad efímera
Briggitte entró al despacho de Sebastián y se sentó en su escritorio, encendió el computador y empezó a revisar información sobre la empresa que la había contratado para ser una de sus modelos, se trataba de Industria Salerno, una fábrica de telas y de ropas, propiedad de Fazio Salerno.Buscó en internet en cuantas páginas habidas, alguna fotografía o algo que le permitiera descubrir si existía un vínculo entre el hombre con su padrastro y no lo encontró, por casi más de una hora revisó, mas no encontró nada.—Creo que Val y yo estamos paranoicas… es que tratándose de Mackenzo, uno no sabe que esperar de ese hombre… es como una sombra, allí latente en mi vida para hacerme daño —dijo en tono alto con un suspiro.Cuando estaba terminando de apagar el equipo, llegó Sebastián, como había dejado la puerta del despacho abierta, escuchó la llave de la cerradura, se sonrió porque seguramente, él la iba a ir a buscar a la cocina o en la habitación. Minutos después lo escuchó llamarla.—Brigg ¡
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Capítulo 17. Conspiraciones
Sebastián regresó a su auto sin soltar de la mano a Briggitte, en pocos minutos estuvieron en la discoteca, ella se sentía nerviosa porque era la primera vez que tenía oportunidad de compartir con los amigos de su novio y quería causar una buena impresión.—Hola, chicos, ¿cómo están? —saludó el chico, dándole la mano a cada uno de sus amigos sin soltar la mano de Briggitte, luego la puso en el centro, colocando sus manos sobre sus hombros y agregó —Briggitte te presento a mis amigos —la chica se ruborizó por la atención que su novio le estaba dando, era obvio que Sebastián se sentía posesivo sobre ella —. Chicos, ella es mi novia y mi futura esposa.Ninguno se dio cuenta de que la mayoría de los presentes, sobre todo las mujeres quienes aún tenían la esperanza de atraparlo, no se sintieron agradada por ese anuncio.— Hola, chicos —saludó ella un poco nerviosa.—Hola —respondieron al unísono los chicos—. Encantados de conocerte Briggitte, Sebastián nos ha hablado muy bien de ti.—Tanto
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Capítulo 18. Engañada
Briggitte no podía creer lo que escuchaba, le parecía algo irreal, es que ni siquiera entendía cómo fue posible que su madre se accidentara, negó con la cabeza y cortó la llamada. Se dispuso a esperar un taxi, pero daba la impresión que todos habían desaparecido de repente y no se veía ni uno solo a la vista.En ese momento, vio un automóvil que se paró enfrente de ella y cuando bajó el vidrio, se dio cuenta que era el mismo hombre que vio dentro y que la tenía al borde un colapso por su excesiva atención.—Hola, nos volvemos a ver… ya me doy cuenta de que estás solita. Si estás esperando un taxi, yo te puedo llevar ¿Dónde vas? —preguntó el hombre con amabilidad. Por unos segundos, Briggitte se quedó analizando el ofrecimiento, vio otra vez a los lados, había mucha gente esperando taxis, pero no se veía ni uno solo a la vista y a ella le urgía ver el estado de su mamá, estaba muy preocupada porque, aunque no fuera una buena madre, después de todo era la que le había tocado, además, no
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Capítulo 19. Todo un Ferrari.
Francesca no perdía oportunidad de hacerse la víctima delante de su padre y su madrastra, tratando de dejar mal parada a Briggitte, pero esta estaba demasiado furiosa en ese momento para dejarla salirse con la suya.—¡No! ¡Yo no hice nada! ¿De qué estás hablando? Papá, mamá, ¡Por favor! ¡Deténganla! Me está haciendo daño, ¡Está loca! —se defendió, negando las acusaciones de Briggitte.—¡¿Loca?! Eres tan cínica que aún con las pruebas en las manos, sigues negando la verdad —espetó Briggitte.Su madre se levantó e intentó detenerla.—¡Ya basta Briggitte! ¿Qué crees que estás haciendo? —la reprendió, tratando de detener la discusión.—Pasa que esta hizo un montaje para hacerme creer que estabas en la clínica muy grave y yo llevo más de treinta y seis horas, angustiada, sin dormir, sin comer, con miedo de perderte… porque eres lo único que tengo —le dijo con voz quebrada e hizo que su madre girara a pedirle explicación a Francesca.—¿Qué sucedió Francesca?—Yo no sé nada… ella está malint
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Capítulo 20. Jaque mate
Sebastián la fulminó con la mirada, por unos segundos, durante casi un minuto, se quedó en silencio, sin moverse, no podía creer lo que estaba sucediendo.“¡Santo Dios!” Pensó, creía que era una pesadilla, “¿Briggitte embarazada? ¿Y Francesca?, ¡Las dos estaban embarazadas!”, había estado evitando a esta última, no le atendía las llamadas y evitaba frecuentar sitios donde pudiera encontrársela, porque no deseaba verla, algo dentro de él le decía que su cercanía solo podía significar malas noticias y al parecer no se equivocó. Sebastián no pudo evitar mirarla de manera acusadora. En ese momento no podía creer lo que estaba escuchando, intentó hablar, pero tragó saliva con dificultad, las palabras no salieron, poco a poco se fue calmando, hasta llegar a una tensa calma. Intentó hablar de nuevo y esta vez sí lo logró.—¿Cómo puedo estar seguro de que ese niño que estás esperando es mi hijo? —preguntó y ella abrió los ojos desorbitados.—¿Cómo…? ¿Qué me estás preguntando? ¿Estás desconfi
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