Capítulo 11. Un pequeño sangre Ferrari
Briggitte se quedó viendo a su madre con dolor, aún en su ingenuidad, esperaba que ella le dijera que era una broma, que no lo decía en serio, pero no, era real, allí estaba la mujer que por naturaleza estaba obligada a amarla y protegerla siendo la primera en arremeter en su contra.Se dio la vuelta y no dijo nada, subió a su habitación sacó una maleta, guardando algunas cosas porque no todo le cabía, y salió de allí sin decir nada, ante la mirada de lástima de algunos de los miembr0s de la servidumbre, las cuales ignoró, porque le hizo comprender que hasta a unos extraños le inspiraba más lástima que a su propia madre.Salió de allí, sin saber adónde ir… las ofensas y maltratos se repetían de manera constante en su cabeza, en principio, caminó sin rumbo fijo, hasta llegar a un centro médico, y decidió practicarse los análisis, aunque podía ir al ginecólogo para que le dijera si había sido abusada, decidió no hacerlo, tenía demasiado miedo y no sabía si sería capaz de vivir con esa d
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