ALESSIO—¿Cuándo me llevarás a la casa de tu padre? —me reclamó Narkissa por el altavoz del celular. —¿Al menos ya les comentaste sobre lo del matrimonio?—Deja de joderme las pelotas, Narkissa — sisé molesto.—¡No me hables así! —bramó, casi me deja sordo, tuve que alejar la bocina de mi oreja. —Más te vale que lo hagas pronto, si no intenté a las consecuencias.—No tengo miedo a tus amenazas —escupí furioso.—Eso ya lo veremos. ¿Por quién te gustaría que empezará, por la Fiera o por la mocosa grosera?Apreté los dientes. Aunque sabía que mi madre estaba completamente segura bajo el techo en el que se encontraba, no podía arriesgarla, y menos a Antonella, ella siempre desobedecía cuando uno le decía no.—No puedo ahora —es lo único que le respondí.Eso era cierto, bueno, no es que no pudiera hacerlo, sino que mis padres no estaban en este momento en la mansión. Padre todavía andaba en Alemania, sabía el porqué, y mi madre, salió del país de imprevisto, creo que el abuelo le llamó, al
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