CARLOS.No sé qué rayos le pasaba a Francis. Antes no se metía en mis cosas, jamás entraba a mi casa, ni siquiera iba a mi trabajo, nada de nada. Si necesitaba que alguien cuidase de Marco, buscaba a otra persona, yo siempre era el plan C o D de su vida y sabía, hasta ese entonces, que esa decisión no era por mala mía o alguna molestia para conmigo, simplemente a ella no le gustaba entrometerse en mis asuntos, porque odiaba que yo lo hiciese con los suyos. Ahora, ¿qué rayos le pasaba? Lo de su casa, en diciembre, lo atribuí al momento, el trasnocho, el alcohol, qué se yo. Lo de decirlo en ese momento y en ese tono de voz, se convirtió en una locura para mí, una estupidez.Basta solo con entender que luego de haber cortado la relación hace diez años con ella, un encuentro furtivo entre ambos fue lo que nos convirtió en padres. Ni siquiera éramos pareja, ya no éramos nada y sucumbimos a una entrega que hasta el sol de hoy solo comprendo como una enredadera del destino para que Marco nac
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