— Debo de irme Ángela, deséame suerte en esta travesía. —Pidió el chico. Él está bastante asustado porque no se sabe cómo acabará ese rescate.— Yo voy contigo, Owen. —dijo la pelirroja, levantándose con un salto del sofá y caminando detrás de su cuñado.— No, tú quédate cuidando de la nena. Ella ya empieza a gatear y es mejor que la mantengas en vigilancia. Además, ya escuchaste a esos hombres, ellos fueron claros y concisos al decir que quieren que yo esté solo, imagínate lo que harán si observan que una mujer está a mi lado. A regañadientes la chica entendió y se abstuvo de seguir insistiendo.— ¡Owen! —gritó cuando el hombre estaba a punto de salir. — ¡Dime!— Solo por mis hijos quiero que pagues el rescate, por esa mujer no, por ella que lo pague el padre de su hijo.— Ángela, ella está en esa situación porque intentó rescatar a tus hijos, es momento de que tengas un poco de empatía con esa persona. Quizá ella ni sabía que los niños son hijos de Mario José, y se enteró hasta qu
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