Olivia se veía en el espejo, con ese vestido verde ceñido al cuerpo, con ese hermoso maquillaje y todos esos accesorios, ella era irreconocible. No se sentía fea, de echo sabía que estaba preciosa que ese color de vestido resaltaba el verde de sus ojos, que el maquillaje cubría todos sus imperfecciones y los accesorios relucían su belleza. Solo que no se sentía ella misma, parecía otra persona ocupando su cuerpo, una farsa. Sonrió triste, eso era ella en realidad. Una mentira, un impostor, una pantalla. Ella estaba agradecida con los Sinclair, la ayudaron cuando más lo necesitaba y también sabía que no todo en esta vida era gratis que debía dar algo a cambio pero a que costó había llegado su deuda. Ahora no le debía nada a los maleantes a los que le debía su padre, no, ahora estaba atrapada con los Sinclair. Sentía que les debía hasta el alma y ya empezaba a perder hasta su esencia en el camino. —¿Ya estás lista, hermosa?—la saco de sus pensamientos la amable mujer a la que Dor
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