Edon—Hola cariño—Chiara irrumpió en mi oficina. Movía sus caderas de manera seductora. Se posicionó a mi espalda e inició a masajear.—Chira, no hagas eso.—Sé que te gusta, mis dedos son mágicos.En eso tenía razón, sus manos tenían la magia de relajarme, en verdad necesitaba ese masaje. Estos últimos días han sido estresantes. Ya no sabía qué hacer con Circe, mi mate.—Relájate, tu trabajo es muy complicado y yo estoy aquí para complacerte.Cuánto deseaba que mi mate me dijera las mismas palabras. Pero Circe era una necia, se comportaba como una humana, quería una vida como estos seres cuando podía hacerlo como una reina.Pero era toda una maleducada, me esforzaba por agradar, pero al parecer cada detalle no era agradable para ella. Por ejemplo, el día de ayer dejé dos ramos de rosas en su escritorio, pero no se molestó en agradecer ese detalle, solo vino a reclamar por la clausula del contrato. Durante su ausencia cuidé de su amiga, compre el edificio en donde se encontraba su ap
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