En sus sueños inquietos, el imperturbable Dante reaparece delante de ella ofreciéndole su mano pintada de sombras, mientras el humo y la sangre se derraman detrás de él como un telón.«Nadie se mete con lo mío, incluyéndola a ella», la profunda voz masculina se desliza en los confines de su psique y se repite, se repite hasta que ella despierta con el pulso disparado, las mejillas encendidas y la entrepierna palpitante.El cuerpo nervioso de Violetta funciona en modo automático esa mañana. No recuerda muy bien cómo se prepara para la universidad, ni cómo mantiene cualquier conversación con Anita. Ella recuerda únicamente ojos de plata y dedos ásperos, atrayéndola a un abismo de oscuridad.Sin embargo, Violetta vuelve en sí misma en el preciso segundo que se acerca al estudio de su padre y oye el sonido de su voz. —Sí, sí... Lo sé, Giancarlo. Me enteré del... altercado la noche pasada en el muelle.Como un ratoncito, Violetta persigue el camino de migajas, inclinándose lo suficientemen
Leer más