Cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse de nuevo, Zhayar apretó las mandíbulas con el loco deseo de matar a Hassan. - Espero que se haya ido Hassan, dijo, escuchando sus pasos acercándose. - Está en el pasillo. Zhayar emitió un sonido digno de una bestia feroz y herida. - ¡No quiero una extranjera en mi tierra! ¡Ya tengo suficiente personal! - Su Majestad, con todo respeto, me parece importante recordarle que su personal está, por así decirlo, aterrorizado. Zaya ni siquiera puede acercarse a ti sin sacudir las bandejas. Con los dientes apretados, sumergido en la oscuridad, Zhayar sintió que el odio se hacía más fuerte cada segundo de cada día. Lo había perdido todo. Su cara, su vista y sus piernas. Maldijo al mundo y se compadeció de él. Había perdido toda esperanza y ya no creía en la medicina. - Ya no se atreven a acercarse a ti, prosiguió Hassan, acomodándose en la silla. - ¡Esta chica es demasiado joven, no consideras que voy a aceptar eso! - La señorita Gray parece
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