Capítulo cuarenta y seis. Para un listo, un listo y medio
Para un listo, un listo y medioCarolina miró en completo silencio a Paula, ella no se atrevía a preguntar por el contenido de esos papeles, pero por su rostro pálido, Carolina podía jurar que no eran buenas noticias; sin embargo, Alejandro no tuvo ningún reparo en preguntar:—¿Era lo que buscábamos?Paula apartó la mirada de los trozos de papel, miró a Alejandro y asintió.—Es lo que buscábamos —dijo casi ahogándose con sus palabras.Paula sintió culpa al preguntarse si las iniciales en esos papeles eran de Arturo, culpa, porque su marido podía ser arrogante, insufrible y despiadado cuando quería, pero no era un asesino.¡No lo era!Esas iniciales debían pertenecer a alguien más, a otro de los tantos hombres que Pía Zambrano tuvo de amante, eso era… eso tenía que ser.—¿Mamá?Paula intentó sonreír, fue una mueca, pero lo intentó.—Llévate a los niños a darse un baño, Carolina, por favor —pidió.La asistente asintió, quería preguntarle si estaba todo bien; sin embargo, era evidente qu
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