Lucien llegó tan rápido como pudo a su habitación, su respiración era errática y pesada, por el esfuerzo que había realizado, las heridas hechas por Damián y sus lacayos eran más serias de lo que se había imaginado originalmente, las contusiones se estaban oscureciendo lentamente, dejando así un moretón que resaltaba en su pálida piel. Lucien limpió las lágrimas que se habían escapado de ojos, y sin darse cuenta terminó frente a su espejo de cuerpo completo, miró fijamente su reflejo y dijo.— Eres un idiota, mírate llorando como un imbécil, eres patético y luego te preguntas porque nadie te quiere —.Su voz era entrecortada, en su espejo podía ver las marcas que lentamente iban apareciendo, y eso solo lo hacían sentirse peor, se sentía tan inútil, y sin poder evitarlo más lágrimas escaparon de sus ojos, siempre fingía que no le importaba, pero aquellas palabras callaban en lo profundo de su corazón.El resto del día pasó sin mayor novedad, con Lucien encerrado en su habitación estudi
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