Sin embargo, Lucien no había escuchado su pregunta, aún concentrado por completo en Puu, el cual a medida que Lucien pasaba sus dedos por su plumaje empezaba a adormecerse. Nadie había notado que su bolsillo en donde estaba resguardado el huevo dorado estaba brillando.
La sala volvió a sumirse en un profundo silencio, mirando fijamente a Lucien, el cual no se había dado cuenta de la atmósfera de la oficina.
—¡¿Qué esperas?! ¡Muévete!—. Gritó alguien entre la multitud. Lucien ignoro los gritos, y miro detenidamente a Damián, el cual al sentir su mirada estalló en ira. —Sucia sabandija, te crees la gran cosa por ser el hijo de un Duque, pero la verdad es que solo eres un inútil y hoy se lo mostraré a todos—. Su voz era prepotente y ruidosa. Todos los espectadores se abrieron formando un círculo lo suficientemente grande como para que pudiesen combatir con tranquilidad. Lucien se veía tan pequeño a comparación de Damián, a la vez que todos a su alrededor gritaban con ahínco para que Damián lo golpeara con brutalidad. Sin embargo, parecían olvidar un detalle muy importante, Lucien no tenía habilidades mágicas, pero su manejo de la espada estaba a un nivel mayor que el de ellos. Aun así Lucien trato de calmar la situación con palabras, no obstante, sus palabras tuvieron el efecto contrario con todos gritando con más fervor.  
Los días restantes fueron cómo un borrón, las clases se hicieron cada vez más y más pesadas, además sus compañeros no dejaban atrás el tema de su invocación, pero a la vez, los murmullos se habían intensificado al no ser expulsado, las agresiones a su persona eran cada vez más audaces. —Señor Bonnet si no le interesa mi clase puede salir del salón—. La profunda y venenosa voz del profesor Asinius, produjo una rodilla molesta de sus compañeros. —No profesor, solo estaba...—. La voz de Lucien era baja, tratando de aplacar la ira del profesor. —No me importan sus excusas Señor Bonnet—. El profesor Asinius gritó con fuerza frente a toda la clase, la cual solo escondió sus risillas. Lucien sabía que a diferencia de Arrianus el profesor Asinius lo odiaba, y ni siquiera tenía alguna razón para ello, o al menos ninguna que él conociera, es decir era un de los mejores estudiantes de su materia, y jamá
Francine se ve deslumbrante está noche, sin duda es hermosa, a lo lejos puedo ver a varios chicos y chicas que tratan de llamar su atención.*Buff*
Lucien se levantó a la maña siguiente, con una nueva resolución brillando en sus ojos, el frío de la mañana solo consiguió que su sangre hirviera con mayor intensidad.Necesitaba calmarse o terminaría arruinando todo, en ese momento lo primero que debía hacer es darse un baño, apestaba y su piel ligeramente pálida se veía opaca por la mugre.El baño duro apenas 10 min, 10 min en los cuales Lucien no pudo dejar de pensar en aquello que Francine le había contado.Alguien había tratado de matar a su hermana menor.Lucien salió del baño vistiendo un elegante traje azul eléctrico, nunca antes lo había usado, era un traje que sus padres despreciaban por el color tan brillante que tenía, pero en ese momento no podía importarle menos lo que ellos pensaran.<
Lucien se levantó temprano, del mismo modo que lo había hecho los dos últimos días, se sentía cómodo con su nueva monotonía. Todos los días se levantaba la misma hora y hacia un poco de meditación para luego ir a desayunar, después de desayunar se dirigía a la biblioteca en dónde se quedaba hasta el atardecer. Pero antes de poder estar en el ala correspondiente a la biblioteca, un fuerte estruendo resonó por toda la academia. *Boom* «¿Qué fue eso?» Lucien corrió a todo lo que daban sus piernas tratando de encontrar a alguien, los gritos de pánico provenían principalmente del comedor. Todos los alumnos estaban asustados y no sabían que hacer, Lucien siguió corriendo al origen de los gritos tratando de encontrar una zona segura. *Boom* El sonido de una segunda explosión, hizo que su corazón casi se detuviera, ese ruido provenía de la zona de la biblioteca, si no se hubiese detenido seguramente hubiese sido afectado por esa explosión. *Boom* Las explosiones continuaban, e iban au
Damián se tragó sus palabras sin querer hacer enojar a la directora.Una nueva explosión tuvo lugar a pocos centímetros de los estudiantes. Lucien voló por el aire a corta distancia, deslizándose contra el duro cemento que mordía la carne expuesta. Tosiendo débilmente mientras sus pulmones expulsaban todo el aire, luchó por respirar, asentándose en jadeos agudos y sibilantes que se ralentizaron en respiraciones bajas y débiles.La oscuridad se deslizó en las esquinas de su visión, toda la adrenalina se desvaneció en un instante cuando un estremecimiento de todo el cuerpo provocó una cascada de dolor por sus diversas heridas, Su mente se quedó felizmente en blanco, despejándose repentinamente de todos sus muchos pensamientos. En cambio, se centró en su entorno; los sonidos de la batalla retumbaba en sus oídos, apenas silenciado por la distancia.Varias figuras salieron de la nada y rodearon rápidamente a los estudiantes, las figuras estaban cubiertas de pies a cabeza con una capa con
Lamentablemente esto no sirvió de mucho, Louise perdió la poca energía que le quedaba, cayendo inconsciente al suelo. El miedo recorrió la espalda de todo el alumnado, al ver a la directora tirada en el suelo, siendo pisoteada por aquel sujeto malvado. Lucien sentía como todo su cuerpo temblando de agotamiento, se sentía vacío por dentro, ya no quería levantarse por las mañanas. No tenía más lágrimas para llorar, o estaría llorando una vez más. Su vida apestaba, y solo deseaba poder descansar. A nadie le importaba en este momento, y dolía mucho. Estaba tan cansado y era solo la mañana, había estado durmiendo mucho últimamente. Sin embargo, siempre estaba exhausto, todo era bastante frustrante, si dormía más, estaría durmiendo varios días, y nadie se daría cuenta que no estaba. Otra lágrima corrió por el adolescente derrotado mientras sucumbía a la inconsciencia. Sus últimos pensamientos fueron que su vida realmente apestaba, y no tenía a nadie más que a sí mismo a quien culpar. C
———A la mañana siguiente ——— —Gracias, ¿Cómo te llamas?—. Lucien estaba agotado, casi no había podido dormir pensando en lo que pasaría esa mañana. —No tengo un nombre, nunca lo he tenido—. Le dijo la chica vestida de morado. —¿Te puedo dar un nombre?—. —S... Sí—. —Auria, tu nombre será Auria. ¿Te gusta?—. —Auria—. Auria dijo su nombre con lentitud, cómo si saboreara cada letra de su nuevo nombre. —¿Qué pasará con Damián?—. —¿Quién?—. —El chico de la otra celda—. —Ooh, le van a dar una capa morada, que mal por él—. —¿Por qué? ¿No quiere decir eso que sobrevivirá?—. —Significa que no lo matarán, pero lo convertirán en su esclavo, todos los que llevamos las capas moradas lo somos—. El silencio se expandió, hasta que una persona vestida de negro entró y saco a arrastras a Auria. —¿Por qué ese nombre?—. —Por su significado—. —Auria, aurico oro, ¿La llamaste así por el oro?—. —No, por Aurora, el amanecer de un nuevo día—. ———Pov Auria ——— Toda mi vida he sido usada como u