Felipe veía como su hermana se divertía. No era una fiesta de miles de personas, más bien para los conocidos. Pero él no podía poner una sonrisa de satisfacción en su rostro. William le había contado que estaba con Anabella. Que llevaba años enamorado de ella. Lo había entendido hasta la parte que le había dicho que le había quitado la virginidad. El puñetazo había sido seguro. Y como no quería que los demás se preguntaran por el morado en la cara de su amigo, se lo había dado en el estómago. Había sentido como el aire se había escapado de sus pulmones y vio como se doblaba por la mitad. Pero la paliza se había quedado para después. Tantos años visitando su casa, durmiendo en la habitación de invitados y seguro que a media noche se colaba en la de Bella y él, en la inopia. Quizás todo hubiera sido diferente si le hubiera contado antes. Quizás él hubiera tenido la misma reacción. No lo sabía. Estaba seguro que su mejor amigo era un hombre sin igual pero, su hermana era demasiado buena
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