Miranda Jacob me mira, pero no me dice absolutamente nada, vuelve a abrazarme y los recuerdos se instalan en mi mente y el miedo me embarga profundamente porque no quiero decepcionarlo. — Tú eres consciente de que no fue tu culpa, ¿verdad? — Es lo primero que me dice, yo respiro nuevamente y mi cuerpo se relaja — No eres responsable, ni de lo de Guille, ni de lo que le pasó a tu madre — Yo sé que él tiene razón, pero ha sido complicado aceptar lo que pasó con mi madre, durante estos años verla ha sido muy difícil, ella me miraba siempre con desilusión y decepción, aunque lo peor era aceptar su mirada de nostalgia, de añoranza. — Lo sé — digo finalmente — pero no ha sido fácil aceptarlo. — Tienes que perdonarte, dejarlo ir, Miranda — me dice — has pasado y sigues pasando por muchas cosas, tu enfermedad, la pérdida de nuestro bebé, lo que viviste en tu adolescencia — toma mi cara entre sus manos y me mira profundamente — nada de esto es tu culpa, Miranda. Algunas cosas pasan y no las
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