— La tipa esta buena, pero para esposa no — aclaró Mikhailluego de unos segundos.Él pensó que la respuesta que le había enviado a SaraMontero, quizás tendría los resultados deseados o tal vez no, el jamás actúasin analizar la situación, primero había que ver las ventajas y desventajas, lasconsecuencias que podría causarles a otros y sobre todo, si será un buennegocio, tal vez algunas mujeres lo vean como algo beneficioso para Sara, enrealidad Sara jugaba un papel secundario en su plan, a diferencia de lo que losdemás pensaban de él, Mikhail a sus treinta y cuatro años, ya se estabacansando de andar en cama en cama y de estar todo el tiempo trabajando, quieraexperiencias nuevas. Y quizás lo que estaba haciendo era una locura.— ¿Qué estás pensando? — curioseo Roger, sentándose en una delas sillas vacías en la oficina de su amigo —. Digo, cada vez que haces algo esporque tienes algo en mente.— Que bien me conoces — sonrió recostándose en su silla.— ¿Y? — se impacientó —, ¿no me lo va
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