Capítulo 5

Mikhail miró de reojo a la rubia alta con piernas exquisitamente hermosas, se preguntó si usaba crema suavizante para tener un tono de piel tan bonito. Negando con la cabeza, sacándose ideas locas de ella, si ahora mismo intentaba deducir a esa mujer lo que se ganaría sería una bofetada. Se lamentó haberla conocido en esas circunstancias. Luego del incidente no la vería más. De todos modos no era que fue esencial y crucial hacerle una propuesta indecente, ya buscaría a una de sus antiguas amantes o en dado caso las actuales o venideras.

La mirada se le desvío hacia el lugar en donde Roger estaba de pie tomándose un café, aunque la palides había desaparecido y su amiga parecía completamente normal, Mikhail sabía que detras de esa máscara de seriedad y superioridad había un Roger preocupado. Se conocía desde la niñez, sus madres habían compartido todo eran mejores amigas y ahora ellos también lo eran, su relación con el tiempo se había fortalecido, y aún más, cuando la muerte de los padres de Roger toco a la puerta de un joven con apenas veinte años. Sabiendo que su amigo estaría bien. se centró en el periódico que habían comprado horas antes.

Paso cada página leyendo por encima y solo deteniéndose en las noticias que a él le parecían interesantes, en su oficina tendría más periódicos esperándolo. Mikhail estaba al pendiente de todas las noticias, tenia la costumbre de leer todos los periódicos de New York, a su correo electrónico llegaba la prensa internacional. Le gustaba estar al tanto de todo. Luego de unos minutos sin encontrar nada interesante, iba a abandonar la lectura en el lento en que las piernas tonificados de la rubia pasaron por delante de él, quiso alzar la vista y recorrerla con la mirada, pero prefirió seguir leyendo.

Se detuvo en una seccion tirulada"Respues de una asesora financiera al Anuncio de Sara Montero"

-Bueno, esto si que es interesante -se acomodó en el mueble de la sala de espera registrándose sobre el respaldo de este y cruzando las piernas, sacudió el periódico para hacer desaparecer cualquier arruga y leer mejor la página.

Iba por el primer párrafo cuando soltó una carcajada tan estruendosa que llamó la atención de más de una persona.

-Perdón-se disculpo, la risa aún burbojeaba en sus ojos.

Pero al terminar de leer toda la columna, la risa de Mikhail había sido reemplazada por el interés y el entusiasmo. Al llegar al pareada donde ella le aconsejaba a Sara Montero sobre los pasos a seguir para capturar a un marido lo había dejado un poco descolocado. Quien iba a pensar que los conocimientos de una rama del sector empresarial se aplicaría en aquellas situaciones, quizás era así como funcionaban las casas fortunas, las mente de las mujeres podrían ser impredecibles y asombrosas como en el caso de la mujer que respondía muy sabiamente al anuncio de la periodista Sara Montero.

-Zoé Löchert -murmuro al leer en voz alta el nombre de la mujer que sin conocer había hecho que su corazón se inquietara.

De pronto una idea de lo más descabeyada empezó a crearse en su mente. Leyendo nuevamente el artículo, escudriñando cada párrafo y todo fue generando formas hasta que la idea se sodifico. Fue como un barco que después de mucho tiempo navegando, decidió tirar el ancla en un puerto. Era momento de cambiar la vigilancia vía satélite y de que sus hackers se llenarán de virus. Utilizaría otra estrategia y estaba estaba seguro funcionaria. Se puso de pie de un salto, la determinación en su semblante.

-Roger, querido amigo -el susodicho lo miró sin expresión en su rostro -, vez buscando un traje para una fiesta formal. Roger enarco una ceja curioso- Recuerda lo que te acabo de decir- lo señalo con el periódico envuelto en un rollo.

La rubia que aún no se dignaba a decirle su nombre lo miró interrogante.

-Señorita -pronuncio con una sonrisa socarrona. El ceño de ella se profundizó y Mikhail quiso acercarse y pasar su mano por el para quitarlo de ese bonito, pero airado rostro- ¿Le gustaría una tasa de té? -pregunto solicito.

El ceño fruncido fue reemplazado por una ceja enarcada.

-No gracias, probablemente quiera sonsacarme para no colocar una demanda.

Mikhail por casi rueda los ojos.

-Mis abogados son quienes llegan a un arreglo con cada víctima que atropellados a distancia - comento sin dejar de sonreír.

-De todos modos, señor.... En fin, como sea. No quiero café. Gracias- ignorandolo olímpicamente ella se dirigió hacia Roger-. Usted, no debería manejar, si no sabe por favor vaya a una escuela, dinero se ve a kilómetros que no le hace falta. Le pido el favor de que sea consiente y perdoneme lo siguiente que le diré: pero si lo que tiene es un trauma por algún accidente pasado o alguien cercano que lamentablemente falleció, los mejor... -se aclaro la garganta antes de seguir hablando -, profesionales están dispuesto a ayudarlo. Esta colocando su vida y la vida de otros en riesgo. Sino, pues vuelva a la estrategia original de seguir con un chófer que, me imagino es lo que tenía mucho antes de querer curar sus heridas o la situación pasada por sus propias manos...

Mikhail vio el músculo de la mandíbula de su amigo temblar, la expresión de hielo que había tomado su rostro no avecinaba nada bueno. Conociendo a Roger mejor que nadie, se apresuró en salvar a la mujer en peligro.

-Eh...-la tomo por los hombros apartandola con rapidez antes que su amigo soltara improperios o decidiera dejarla en la calle por tomarse tal libertad de acusarlo de cosas que, sorprendentemente eran verdad-. ¿Acaso no conoce la palabra filtro? No se va por ahí especulando lo que piensa. Hay que entrenar esa boca, mujer...

Unos pasos pesados seguido de un fuerte ruido se escucharon a la salida de Roger. Mikhail cerro los ojos. Aquello no era nada bueno. Al abrirlos la señorita lengua suelta lo miraba enojada.

-Le daré un consejo para que pueda salvar su vida a la próxima; veo que tiene un buen sentido de deducción, pero no siempre las personas quieren escuchar sus verdades en la cara. Aunque eso me gustó de usted, es mi amigo el que acaba de salir por ahí por qué, mujer, acaba de meter el dedo en la Yaga. Y seguramente el se refugiara en algo que quiero que abandone -sin quitar las manos de sus hombros se einclino un poco para quedar a la altura de los ojos de ella, no fue mucho lo que bajo, dado que ella era bastante alta - ¿Le gustaría una cena?

Con delicadeza admirable ella se safo de sus manos.

-Claro...

Una sonrisa triunfante se formó en su rostro al escuchar una aceptación. Pero claro, era imposible que una mujer se le resistiera.

-Enviema el nombre del restaurante, la verdad es que hace rato que quería una cena para mí y mi amiga, gracias por ofrecer esto. Es lo mínimo después del susto que nos llevamos gracias a su amigo.

La sonrisa de Mikhail se congelo.

-No me está entendiendo -repuso -, hablo de una cena entre usted y yo.

-Ah-suspiro -, claro tan ilusa yo. Lo siento, pero no. No estoy interesada ni si mi vida dependiera de ello.

Dejándolo con la palabra en la boca, la muy digna se dio la vuelta dejándolo allí de pie. Con una condición terrible. La vio sentarse en el sofá y sacar su celular, se preguntó en qué oficina trabajaría o si era psicóloga. Tenía aspecto de tiburón. Aun molesto por ser rechazado le dedicó una última mirada antes de salir de la sala de espera. Probablemente era alguna ejecutiva, ya quisiera saber él en que empresa trabajará para aparecerse por ahí y codearse con sus superiores. No. A Mikhail Wolton, nadie le decía que no, y vivía para contarlo.

***

Zoé soltó el aire que estaba conteniendo. Dejó su celular en sus piernas y miró en dirección por donde momentos antes había salido aquel hombre. Seguramente Alicia la golpearía y le daría un sermón de madre por no aceptar una invitación de hombre que a demás de guapo, Apostaba todo a qué el hombre era un ricachón. Lo cual, resultaba más peligro para ella.

Zoé, enumero mentalmente las razones para no aceptar una invitación de esa clase: Número uno: No se sentía preparada para afrontar la realidad de vivir con un hombre. Luego de años aún tenía miedo de perder la libertad que había adquirido. Número dos: claramente los hombres dominantes le atraían, pero precisamente este en particular no era un hombre de una sola mujer. Casi nunca lo eran si tenían dinero y buen parecer. Número tres: el amor hacia a las personas tontas y estúpidas. Las llevaban a comentar locuras. Los recuerdos que quedan después de una relación casi siempre eran los más feos y los más hermosos eran tirados a la basura. Número cuatro: Tener una relación amorosa era sinónimo de problemas. Aunque habían moventos de placer que satisfacen a ambas partes, los celos era algo que quisieras o no estarían presentes. Zoé no quería pasar por eso nuevamente. También había que dedicarle tiempo a la relación y sacarlo para él. Eso era algo que ella en ese instante no se permitiría. No necesitaba ni un novio ni mucho menos un marido. No lo quería.

Alicia había mencionado la posibilidad de echar una cama al aire. Zoé se había negado rotundamente. Si había algo que Zoé apreciará era la intimidad en el acto sexual, eso era algo que no se le daba a cualquiera ni mucho menos a un desconocido. Quien sabe dónde estuvo metido antes o que cosas podía trasmitirle. No sólo se trasmitian enfermedades, embarazo e infecciones. Era una unión espiritual, y emocional. Alicia la llamaba loca mojigata. Y sostenía el hecho de que el sexo se hizo para divertirse. Zoé la ignoraba y seguía con sus convicciones. No era virgen. Ya había compartido cama con hombres y era presamente por lo cual había llegado a tales conclusiones.

Una de las razones que más pesaban para no salir con nadie, era la sombra que la perseguía. Una sombra que al parecer no la dejaría en paz.

A largo plazo Zoé quería una familia, quizás en algunos años más adelante tomaría esa decisión, pero ahora mismo ella quería disfrutar de su libertad y su trabajo.

Suspirando echo fuera esos pensamientos y tomo su celular en mano. Entró a la página del periódico que había publicado su respuesta y empezó a leer los comentarios. Estaba bajando para seguir leyendo cuando le llegaron varias notificaciones de sus redes sociales. Intentó abrir una, pero le fue casi imposible seguir el hilo de las notificaciones que pasaban más de mil.

-Pero... ¡¿Que cara...?!-se detuvo Depronto. Oh. No. Sabía que crear redes sociales sería muy malo. Aunque físicamente había cambiado mucho, aún existía el temor de ser reconocida.

Abrió los ojos de la sorpresa que se llamo al ingresar a sus redes, los seguidores habían subido de una manera estrepitosamente alta. Las cuántas fotos que tenía en i*******m se llamaron de me encanta, y los malos comentarios de las personas mal intencionadas no se hicieron esperar. No había pasado ni tres horas y ya tenía un club de fans y un club anti fans.

Bufo ante un comentario que la llamaba envidiosa y creída. Ni siquiera se digno en responder ninguno. Esa gente no la conocía para estar especulando sobre ella y sus motivos. Airada abrió Twitter y realizó una publicación.

****

Sara Montero, periodista y actualmente responsable del escándalo de la publicación "se busca marido millonario" se paseaba de un lado a otro en la oficina de su superior. Una mujer que seguía cada uno de sus pasos con una mano en la barbilla.

- ¡Debiste eliminar la publicación! -exclamo molesta -!¿Quien se cree esa mujer para dársela de sabionda?! Pero me va a conocer, ella no sabe quién soy yo.

 

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