A la semana siguiente decidimos ir al funeral de mi madre biológica, no estaba asistiendo a ese lugar precisamente por cariño, sino porque quería ver quienes irían a despedirse, y probablemente mi hermano podría aparecer en el lugar.Nos hicimos cargo de todo, incluso de darle una sepultura digna. Después de todo, me gustara o no, ella era una parte de mi vida de la que no podría arrancar.Solo estábamos Nicholas y yo, claramente era una mujer bien solitaria.Una vez enterrada, mi esposo me dejó a solas para poder despedirme. Me agaché para dejarle un bello ramo de rosas y cuando me levanté, me encontré frente a frente con mi versión masculina.Era alto, delgado, estaba muy bien vestido y evidentemente muy sorprendido de verme.Le estiré la mano para saludar y me presenté.—Emilia McDowell.—Tomas Rodríguez, sé quién eres, te he visto en revistas. ¿Me puedes decir qué haces tú en el entierro de mi madre? —Levantó una ceja.—Despidiéndola, al igual que tú.—Lo siento, Emilia, estoy con
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