Todos los capítulos de Te encontraré [Libro #2 Trilogía Destino]: Capítulo 31 - Capítulo 40
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ℒ𝑒𝓃𝒸𝑒𝓇í𝒶
Llegamos a un lugar que se veía muy exclusivo, llamado: «The moon black». La puerta principal era abierta por un hombre vestido de traje, alto, moreno y tenía en las manos una bandeja de champán. Agradecí tanto el alcohol, ya que estaba muy nerviosa por lo que estaba a punto de hacer. Atraer a una persona enferma en ningún caso era fácil.Tenía una bella lámpara de lágrimas negra, con sofás rojos circulares en el medio. Al rededor de la tienda había miles de colgadores, todo con lencería perfectamente seleccionada por colores, telas y tallas.En el fondo unas enormes vitrinas con juguetes sexuales. Nicholas se notaba divertido viendo mi cara.—¿Existen los consoladores anales? —le pregunté a mi rubio, asustada, imaginando eso dentro de mí.Solo se rio.Una vendedora alta y delgada se nos acercó. Era una mujer de color, realmente hermosa y con un cuerpo que se marcaba perfectamente con su lindo y elegante vestido negro.—¿Les puedo ayudar?—No, muchas gracias —respondió de inmediato Ni
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𝓔𝓵 𝓪𝓻𝓶𝓪
Nuestra casa estaba cambiada completamente. No tenía la más mínima idea de cómo lo habían hecho. Nuestro jacuzzi tenía un cartel de reservado y habían puesto varios más por los jardines de la casa. Los muebles los sacaron y dejaron sofás rojos, camas y columpios.Quería probar los columpios, se veían realmente entretenidos, pero no podía dejar que mi déficit atencional me desviara del plan.Las luces estaban tenues, solo había velas y antorchas. Estaba completamente ambientada en la época de los romanos. Me acerqué al bar, el cual estaba ya montado y me serví una copa de bourbon. Me la tomé al seco y estaba por servirme la segunda cuando Nicholas me tomó por la cintura.—Em, no es el momento de relajarte bebiendo, tus sentidos tienen que estar en un cien por ciento —susurró en mi oído.Tenía razón y menos mal que me sacó de ahí, porque con lo nerviosa que estaba me habría tomado, por lo menos, la mitad de esa botella.Los invitados ya estaban haciendo de las suyas y nosotros teníamos
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𝓔𝓼𝓽𝓸 𝓮𝓼 𝓼𝓸𝓫𝓻𝓮 𝓽𝓲
La misma mujer pesadilla estaba parada en frente de nosotros junto a su compañero de trabajo. Nos entregó un papel y sin preámbulos nos dijo:—Tengo la orden, ¿llama usted a su abogado o lo hago yo?—No es necesario, pasen —dijo, Nicholas, mientras se acomodaba la bata.La policía entró junto a su acompañante y quedó paralizada con lo que estaba viendo. No podía creer que estaba metida en medio de una fiesta sexual. Su cara era un chiste. De inmediato Nicholas aprovechó de decirle en tono de broma:—¿Quiere unirse a nuestros invitados? —Levantó la ceja y sonrió.—Sr. McDowell, quien hace las preguntas aquí soy yo. Supongo que tiene alguna habitación en la que podamos hablar tranquilos y sin tanto sexo.—Iremos a nuestra habitación, lo demás está todo ocupado.Lógicamente no podíamos llevarla a la oficina, ya que estaba todo lleno de vidrios baleados y eso abriría aún más las sospechas de que algo extraño ocurría.Nos sentamos en el sofá de nuestro dormitorio y los invitamos a acomodar
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𝓜𝓲 𝓿𝓲𝓭𝓪 𝓮𝓼 𝓾𝓷𝓪 𝓶𝓮𝓷𝓽𝓲𝓻𝓪
Llegamos a Chile, fue un viaje en donde no paramos de sacarnos fotografías con la gente del avión.No pegué una pestaña pensando en que en ese país también había dejado huellas haciendo cosas ilegales, y cruzaba los dedos para que no me detuvieran en la entrada.Entregué mis papeles muy nerviosa y gracias a Dios no tuve ningún problema.Nos fuimos al hotel, hicimos nuestro check in y sin saber que nos depararía el futuro llegamos a descansar.Me desperté acalorada con Nicholas, prácticamente aplastándome, y mi ansiedad nuevamente se apoderó de mi por completo. —Cariño, despierta por favor. —Sacudí a mi amor para que se levantara. —Em, durmamos, tenemos toda la tarde. —Se quedó enredado en las sábanas. —Ya hemos dormido más de cinco horas, creo que tienes que llamar a tu investigador para que nos juntemos. —Lo besé.Con cara de te voy a matar por despertarme recogió su celular de la mesita que estaba en frente de la cama y marcó. —Okey, te aviso cuando lleguemos —dijo mi esposo a l
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𝓜𝓪𝓭𝓻𝓮
Esa noche no pude pegar una pestaña nuevamente. Vi a Nicholas, durmiendo plácidamente y decidí dejarlo seguir en sus sueños e ir a la dirección que me había entregado Erick.Solo necesitaba ver a la mujer, sin duda alguna el parecido entre nosotras era tremendo, pero no haría nada hasta estar segura.Tomé el auto y manejé hasta llegar al lugar. La casa era humilde, vieja y con una ventana de nylon. Me dio pena pensar en las necesidades que podría tener la mujer para trabajar de prostituta.Me estacioné justo afuera y me quedé observando si había algún movimiento. Estaba pensando en que habría sido de mí si ella me hubiese criado cuando sentí que me golpearon la ventana. Me puse pálida al ver a una mujer de unos cincuenta años, vestida con una blusa muy escotada, una falda corta y tacones. La miré a la cara, bajé el vidrio y escuché lo que me quería decir: —Niña, ¿se te perdió algo? —preguntó con la voz enredada. Al parecer estaba borracha. —Hola, no..., yo solo... —Estos lugares no
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𝓗𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷𝓸
A la semana siguiente decidimos ir al funeral de mi madre biológica, no estaba asistiendo a ese lugar precisamente por cariño, sino porque quería ver quienes irían a despedirse, y probablemente mi hermano podría aparecer en el lugar.Nos hicimos cargo de todo, incluso de darle una sepultura digna. Después de todo, me gustara o no, ella era una parte de mi vida de la que no podría arrancar.Solo estábamos Nicholas y yo, claramente era una mujer bien solitaria.Una vez enterrada, mi esposo me dejó a solas para poder despedirme. Me agaché para dejarle un bello ramo de rosas y cuando me levanté, me encontré frente a frente con mi versión masculina.Era alto, delgado, estaba muy bien vestido y evidentemente muy sorprendido de verme.Le estiré la mano para saludar y me presenté.—Emilia McDowell.—Tomas Rodríguez, sé quién eres, te he visto en revistas. ¿Me puedes decir qué haces tú en el entierro de mi madre? —Levantó una ceja.—Despidiéndola, al igual que tú.—Lo siento, Emilia, estoy con
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𝓗𝓾é𝓼𝓹𝓮𝓭
Al rato el hotel estaba completamente revolucionado, buscando al autor de los hechos.Para variar, mi cuerpo solo reaccionaba temblando. Nicholas, me había ayudado a vestirme y me puso su jersey sobre mi ropa para quitarme el frío.Estaba sentada junto a mi esposo en el sofá con un té que me habían llevado, no sabía cómo explicarle a mi rubio que estaba temblando así no por el frío, sino porque ese beso me arrastró a recuerdos que creí que ya tenía superados y olvidados.Su abrazo me reconfortaba, pero ya le temía hasta a mi sombra.—Em, tranquila. —Me besó una de mis manos.—Nicholas, necesito que vayas a hablar para que no despidan al guardia. Lo están retando por dejarme entrar y es mi culpa. Tú y yo lo sabemos.—No te dejaré sola, pero apenas se acerque alguien de la administración, diremos que entraste escondida y que él se comportó a la altura del problema, para que no sufra las consecuencias.Ambos mirábamos cómo todo se movilizaba hasta que llegó la administradora a conversarn
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𝓛𝓪 𝓿𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪 𝓭𝓮 𝓡𝔂𝓪𝓷
Ya estábamos acostados y abrazados. Los hombres que nos cuidarían estaban afuera de la habitación. El equipo de trabajo estaba revolucionado en Estados Unidos, intentando aclarar la situación en los medios.Vi los vídeos y claramente daba para pensar que la esposa del famoso cantante estaba engañándolo con el ex guitarrista en un hotel o, por lo menos, era lo que la prensa quería hacer creer al resto.No me importaba lo que la gente pensara de mí, pero sí que Nicholas perdiera todo lo que por años había conseguido en cosa de minutos por mi culpa. —Emilia, tranquila. Mi equipo sabe lo que tiene que hacer, por el momento sólo tenemos que mantenernos al margen de todo escándalo. La gente olvida rápido. —dijo, con voz suave. Estaba tranquilo. —¿Y qué pasó cuando fuiste detenido? —Bien, llegamos a la estación de policías, nos pidieron nuestros documentos y nos hicieron hablar sobre lo ocurrido. Conté todo, y que mi reacción había sido porque quien estaba a mi lado te había tocado y besa
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𝓒𝓾𝓵𝓹𝓪𝓫𝓵𝓮
Emilia:Qué bueno saber de ti, recién pude detenerme y ver lo que me enviaste. Reconozco muy bien a algunas de las personas. Te comento que estuve hace cuatro años en Chile, visitando a mi madre y ahí conocí a Andrés. A tu padre y madre también pude conocerlos.Con respecto a los demás, no tengo información.No puedo ayudarte más, lo lamento. Espero haber sido de ayuda para ti.Atte.: Tomas Rodríguez.Llegué al departamento, vi la cama y mi rubio sexi ya se había levantado. Fui al baño y desde la puerta me quedé mirando a lo que más amaba en el mundo. Era perfecto. —¿Piensas quedarte ahí espiando hasta que termine? —me habló sin voltearse. —¿Cómo supiste que estaba aquí? —Reí. —Tengo ojos en la espalda. —Se volteó y sonrió mientras el agua caía por su cuerpo.Me saqué la ropa y entré a la ducha con él. Un beso apasionado me recibió. —¿Dónde estabas? Me asusté al despertar y no verte —dijo mientras me besaba el cuello. —Olvidémonos por un momento de lo que ocurre afuera de esta du
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𝓢𝓸𝓼𝓹𝓮𝓬𝓱𝓸𝓼𝓸𝓼
Me sentaron en una oficina llena de espejos. Había vivido muchas cosas, pero eso realmente era lo más tenebroso que había pasado.Jamás pensé estar presa, y mi inglés aún era insuficiente para entender todo lo que entraba a decirme la gente. De una u otra manera lo agradecí. Estaba bloqueada, pero eso me ayudó con tiempo para que Nicholas me buscara un abogado.Un hombre con traje, moreno y con acento latino entró al lugar. Se sentó frente a mí y empezó a hablar:—¿Usted sabe por qué está aquí? —preguntó con una voz muy amable.—No —respondí.—¿Usted conoce esta arma? —Puso en la mesa el arma que supuestamente había hecho desaparecer.—No.—Entonces, ¿cómo explica usted que esa arma tiene sus huellas? Y, además, que es la misma arma que mató a su padre.—No lo se.—Señora McDowell, le recomiendo que nos haga más fácil el trabajo, si no se pudrirá en la cárcel.—Es que de verdad no entiendo lo que me está diciendo. Además, tengo derecho a hablar con un abogado.—Así es, pero ni el mejo
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