—Amor —me dijo un día mientras íbamos de regreso a casa —tenía planeado un fin de semana por tu cumpleaños, ir a donde tú quisieras, pero ¿Qué crees? —¿Qué pasó? —Pensé en algo malo, un problema en la universidad o el despacho.—La abuelita te quiere festejar en su casa, dice que veinticinco no se cumplen siempre.Nos ganó la risa y a mi las lágrimas, mi abuelita era el ser mas amoroso y tierno, siempre cuidando de mi y ahora también de Julián y de Emilio.—Ay mi amor, perdón, es que ella siempre me organiza algo con toda la familia, me hace una comida y un pastel.—No, está bien —me respondió con una sonrisa hermosa, de esas que me mataban de amor, mi hombre comprendía todo —me encantará ser parte de algo así, tenemos toda una vida para ti y para mi.Si eso no era amor yo no sabía entonces qué era, un hombre comprensivo, atento, respetuoso, educado, que cuidaba cada momento de nosotros, que aceptaba a mi hijo como suyo, que compartía conmigo su vida de principio a fin, bueno y malo,
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