Por un segundo el tiempo se detuvo.Ya no escuchaba nada más que no fuera mi respiración ralentizada, que pasó rápidamente a volverse un jadeo cuando comencé a hiperventilar, presa del miedo.Mael mantenía una expresión en su rostro que dejaba ver claramente una mezcla de molestia, tristeza y decepción. No pude mantener la vista fija en esos ojos atónitos que me culpaban del malestar de su alma. Direccioné mi mirada a Nathaniel, que me observaba fijamente, preocupado, para después caer de rodillas, acercando su mano con lentitud al pecho, en donde la flecha impactó enterrándose en su piel. Las lágrimas se acumularon en mis pupilas y como ríos brotaron con rapidez por mis ojos sin detenerse.—¡Vete! —gritó, viéndome directo a los ojos con la mirada apagada en sus orbes grises. Negué un par de veces con la cabeza y gateé en el césped hasta llegar a él.—N-no —apenas pude hablar. Estaba entrando en desesperación, prueba de ello fue mi pulso tembloroso cuando intenté acercar mi mano a la f
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