Se encontraban ambas sentadas en el sofá de Emma, quien le había brindado un poco de té en una taza a Sofía, quien parecía desesperada por hablar, pero Emma se encontraba tan estresada, que lo que menos quería escuchar, era a su amiga reprochándole algo como si fuera su madre, pero se dijo que no debía de ser prejuiciosa, que tal vez ella quería de algo ajeno a Leonardo.Supo que se equivocaba cuando Sofía abrió la boca.—¿Dónde estabas, Emma? —preguntó la mujer, en un tono de reproche que fastidió a Emma.—Salí —se limitó a responderle, dándole un trago a su té, tal vez tomar té en aquella noche la dejaría sin dormir.—Estabas con él. —No preguntó, lo había afirmado, Emma no le dio alguna respuesta, solo el silencio se escuchó, resonar como siempre—. Emma, ¿estabas con Leonardo?—¿Viniste solo para preguntarme eso, Sofía? Es demasiado tarde en la noche, quiero dormir.—Justo por eso vine, se supone que siempre estás aquí en tú casa, vine, y no estabas, siempre estás, que casualidad q
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