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Todos los capítulos de Tempestad: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo 11. El cliente
Todas las noches después de mi jornada, me ponía a pensar en ellos, a veces me era imposible no llorar, los extrañaba demasiado, pero había veces en las que algo dentro de mí, me decía que todo estaría bien y solo pensaba en el porvenir de lo que quería hacer de ahora en adelante en compañía de mis padres, en reconstruir la casa y de alguna manera seguir con nuestras vidas, claro, si la guerra lo permitía, pero después de eso seguramente nos mudaríamos a un lugar lejos de la guerra como siempre lo hacíamos. Huíamos y quizás era lo mejor, no quería volver a separarme de ellos nunca más. —Puedes irte— ordeno Isabel detrás de mí. Al girar a verla observe un nuevo cargamento de ropa que lavar, motivo que me hizo sentir culpable, no podía dejarla lavar todo eso ella sola. —Aún falta mucho que lavar, puedo quedarme un rato más para ayudarte—sugerí. Era lo menos que podía hacer, después de todo me ayudaba bastante y de vez en cuando inventaba excusas para que nadie notara mi ausencia. —No
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Capítulo 12. El incidente
Era la primera vez que entraba, pero lo que vi no me sorprendió en absoluto, era lo que yo creía que era la habitación de una flor. De extensión grande y con una hermosa cama en medio de ella, con elegantes cortinas y balcones que gozaban de una excelente vista de la ciudad. Tenía un gran armario y al parecer ya había estado buscando algo que ponerse, vi hermosos vestidos de telas finas tirados sobre el suelo como si fueran trapos viejos. Cerca del armario estaba un tocador y sobre el, estaban varios frascos de lo que supuse eran perfumes, polvos de diferentes tonalidades y una caja enorme de joyas, algunas quizás eran bisutería barata pues estaban fuera de su lugar y algunos enredados con otros, pero también observe pequeñas cajas de cristal que contenían pequeños almohadones y sobre ellos collares brillantes, no eran muchos, no obstante, supuse que uno de esos debía costar una fortuna, dinero que seguramente Jazmín no poseía para comprar una cosa así, pero siendo una flor con tan rad
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Capítulo 13. Aquel hombre
Al levantar la mirada me encontré con un hermoso color verde fulgurante que resplandecía en esa oscuridad, inmediatamente me perdí en esa mirada verdosa que estaba llena de serenidad. Pronto descubrí que mi salvador era un joven atractivo, de rostro afilado y pómulos enmarcados que le daban cierto toque seductor, sin olvidar su cabello castaño peinado hacia atrás, firme y algo ondulado, además de sus labios rosados que me parecieron encantadores, era la primera vez que estaba tan cerca de un hombre así, tan extrañamente bello y elegante. Fue inevitable sentir un extraño calor que envolvió mis mejillas y quizás hasta me quede sin aliento, solté un suspiro y volví a inhalar aire para recuperarme mientras el hombre frente a mí, delicadamente me soltó para situarse a una distancia más digna. —¿Se encuentra bien señorita? — mi corazón dio un giro en su lugar al escuchar la potencia de su voz, el sonido era firme, pero al mismo tiempo gentil, era como escuchar un gran león ronronear. Asentí
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Capítulo 14. Celos
No pude darle su pañuelo y después de terminar mis labores tampoco pude dormir. Era estúpido, pero me quede contemplando las iniciales que se encontraban bordados en la tela. R.F.D Cuando amaneció, lo que más deseaba hacer era salir del jardín para despejar un poco mi mente. Había comprendido que hombres como él no se fijan en niñas como yo y por supuesto que el amor a primera vista no existe, solo es atracción física y nada más, pero en ese encuentro la única que se había enamorado había sido yo, soy una tonta. Después de ponerme el mismo vestido verde oscuro con el mandil blanco, decidí bajar al primer piso para preparar todo para la limpieza y tal vez deshacerme de ese pañuelo, sin embargo, al bajar por la escalera principal estaba él, solo. Quise regresar por donde vine y fingir no haberlo conocido nunca en mi vida, creí que era un caballero salido de un cuento, pero en realidad era un hombre como todos los demás, pero tal vez era la oportunidad perfecta para devolverle su pañu
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Capítulo 15. El cementerio
—¿Entonces crees que fue obligado? —No, lo que trato de decir es que el señor Dashwood es como esos hombres que deseaban luchar por el honor. Fue ascendido al grado de Mayor general, así que debe tener mucho tiempo en esa carrera para tener un puesto tan alto, además tendrá el honor de conocer al rey en persona en invierno cuando le otorgue la medalla al heroísmo de la unión armada. —¿Heroísmo? ¿Qué fue lo que hizo para obtenerla? —Por lo que mi cliente me dijo, salvo a los hombres que vinieron anoche, de morir en una explosión al deducir los planes del enemigo. Evito la muerte de más de mil quinientos hombres y lograron avanzar y derrotar al regimiento que custodiaba esa zona gracias a él. —Lo trajeron aquí como agradecimiento—dije en voz alta, aunque no deseaba que Jazmín escuchara eso. —Tal vez, pero por lo visto el señor Dashwood prefiere otro tipo de agradecimiento que el calor de una mujer como nosotras, quizás está casado. —¿Crees? —dije sintiendo decepción, no había pensa
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Capítulo 16. El comienzo
—Te dije que me había tomado la molestia de arreglar el funeral de tus padres y ver que descansaran en un buen lugar—explico con cierto aire de melancolía, me pregunte que clase de historia estaba enterrada en su memoria y si no solo era yo quien tenía un nudo en la garganta amenazando con salir. —No sé cómo pagarle tanta amabilidad, Capitán Collins. —No busco su reconocimiento señorita, le estoy pagando a un viejo amigo por ayudarme en el pasado. —¿Qué fue lo que hizo mi padre por usted, si no es una molestia preguntarle? —Que no hizo por mi— dijo con cierto aire de culpabilidad— yo fui muy tonto e imprudente en mi juventud y durante un tiempo fui una carga muy pasada para mis padres, sin embargo, un día conocí a un hombre, él era inteligente, astuto y hasta cierto punto controlador, tuvo una gran influencia en mi al punto de hacerme reflexionar sobre lo que estaba haciendo con mi vida. —Me describe a mi padre como un hombre muy respetado. —Lo era, no solo en las calles, siempre
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Capítulo 17. Mecanógrafa
—Adelante Emma —sugirió el Capitán esperando a que yo entrara primero. Por inercia o vergüenza, comencé a caminar torpemente sin elevarla mirada a mi paso. Pero al entrar note la suntuosidad del lugar tan solo con mirar el suelo. Era una combinación de bloques de mármol blancos y negros, era como un juego de ajedrez sobre mis pies. Incitada por la curiosidad eleve la mirada unos instantes, encontrando a mi paso una decoración digna de un palacio, vi una gran pintura de lo que parecía ser la escena de alguna obra de teatro o quizás el recuerdo de algo ocurrido en el pasado, era una casa, quizás una mansión ardiendo en llamas, la técnica utilizada en el lienzo era tan perfecta y precisa que podía sentirse las llamas salir de la pintura, podía ver a una familia observar cómo en cuestión de minutos su patrimonio se reducía a nada. También observe otros cuadros qué, quizás relataban viejas batallas que tal vez me habían enseñado en la escuela, pero que precisamente en este momento no reco
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Capítulo 18: Lewis Koch
Aquella noche no pude pegar un ojo, quizás porque no estaba acostumbrada a la soledad o tal vez era la picazón que el nuevo pijama me ocasionaba, era una bata blanca muy bonita, con holanes y encajes muy finos, quizás eso era lo que le molestaba a mi cuerpo, que yo no estaba hecha para usar cosas ostentosas, pero lo más probable era que tal vez se debía a mis padres. Había intentado no pensar en ellos o en el dolor de perderlos, quería tratar de superarlo, pero un día intentándolo solo era el principio de mi martirio. Esa noche vi pasar las sombras de las nubes sobre la alfombra de mi nueva habitación, escuché el repicar de cada hora que el reloj que se encontraba en la planta baja. Cerré los ojos esperando que el sueño llegara por sí solo, pero eso nunca paso y entonces la noche comenzó a ofrecerme pensamientos oscuros, de muerte y sufrimiento. En él vació de aquella habitación me pareció lo mejor, dejarme llevar por mi dolor, pero también estaba ese atisbo de esperanza que tampoco p
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Capítulo 19. La invitación
—¿Te encuentras bien, Emma? —Si— mentí. —No lo pareces, estás pálida. —Solo estoy un poco cansada, eso es todo. —Entonces vayamos a descansar— sugirió, ella también debía estar cansada, sobre todo con el clima, que, aunque no estaba tan frío, para ella debía ser agobiante. Los últimos meses del año debían ser muy duros para ella. —¿No saludaremos al señor Dashwood? — objeté enseguida recordándole cuál había sido el motivo por el que decidimos volver adentro, según yo, la llegada del dueño de la casa era algo que no se podía ignorar y al ser su invitada desde hace un par de meses debía ser yo la primera en recibirlo, oportunidad que perdí al no saber que llegaría, así que no quería perder un segundo más, necesitaba verlo. —Me temo que eso será imposible por el momento—interrumpió una voz masculina. Era aquel hombre del que mi dama de compañía me había advertido, Lewis Koch, su voz sonó algo rasposa como si estuviera enfermo de la garganta, pero la severidad con la que pronuncio es
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Capítulo 20. Enemigo
—¿Interrumpo algo?—pronuncio Lewis deteniendo su andar, sin embargo, por la expresión de su rostro, deduje que aquella interrupción no era mera casualidad. El señor Dashwood volvió a mirarme e inclino la cabeza, quizás apenado para después dirigirme una grácil sonrisa—No, adelante— respondió haciendo un ademan con la mano, permitiendo que aproximara a nosotros. No lo sabía, pero hasta ese momento me di cuenta lo mucho que extrañaba su voz, tan imponente, galante y gentil— ¿Ya conoces a la señorita Emma Baker?—Si, tuve el placer de conocerla hace algunas horas, es un encanto—mintió para poder mofarse de mí, pues me miro de reojo mostrando en su mirada arrogancia, aunque en realidad no habíamos podido cruzar palabra alguna, su descortesía se debía por la discordia que había entre mi dama de compañía y él.—¿Se conocen?—insistió Lewis. Me ruborice al instante y agache levemente la mirada para retirar un mechón de cabello que me impedía ver la reacción del señor Dashwood.—No, en realida
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