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Todos los capítulos de Aullido de medianoche : Capítulo 81 - Capítulo 90
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Amor humano
Escuchó un suspiro del otro lado — Bien, ¿Te parece bien a mediodía? – pregunto Regina.El joven asintió sin importarle perder esa hora —perfecto – respondió.Regina sonrió —entonces nos vemos mañana — mencionó y tras escucharlo afirmar una nueva vez, finalizó la llamada.Se apresuró por su toalla y se dirigió a la regadera, el agua debía estar fría pues no era hora habitual de baño, pero ella necesitaba quitarse el aroma y sabor de Giovanni de la piel, todavía podía sentirlo y eso era peligroso.Después de verla casi correr al dejarla partir, el rubio suspiró profundamente y negó en silencio… le gustaba sobremanera hacerlo con ella, Regina era tímida al inicio, pero se rendía con él… y esa manera de terminar y llegar al orgasmo era…revolvió su flequillo mientras sacaba su mochila del asiento trasero… Regina era un gran capricho… casi una obsesión.—No dejes que se te salga de las manos— se dijo al comenzar a caminar por el largo camino asfaltado del estacionamiento y sombreado por la
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Cita a ciegas
Regina se asomó por la ventana, el día era fresco pero el sol ya se asomaba alto, volteó desanimada a su cama y se encogió de hombros, un pantalón de mezclilla claro, una blusa delgada de cuello alto y oscuro, junto con un suéter delgado y botones estaban bien, odiaba esos primeros días de cambio de estación, nunca sabía qué ropa usar, si se abrigaba de más, por el mediodía moría de calor, pero si no lo hacía, padecería de frío las primeras horas del día.—¡Regina! – Entró la pelicorta sin anunciarse sorprendiendo a la pelinegra mientras se colocaba su pantalón.—¡Alma! – Se quejó incómoda —¿no te enseñaron a tocar? –La otra hizo una seña con la mano al restarle importancia — Compartimos dormitorio por muchos años, te conozco desde que eras una tabla de diez años — Comentó aburrida – yo te he visto desarrollarte – afirmo.Regina rodó los ojos mientras terminaba de colocarse el pantalón —¿Qué se te ofrece? – Le cuestionó y tomó su blusa.Alma se le quedó mirando — Debe ser una broma…
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Celos y mas celos
—Regina va a matarte — Le aclaró la castaña.—Ah, déjala, Tiene mejores cosas que estas — Replicó la pelicorta al tirar una bolsa a uno de los cestos de basura alejados de las habitaciones.—Eres una pesada, esos son sus gustos — Volvió a decir la castaña al cruzar sus brazos y voltear a ver a su exuberante amiga.Alma la ignoró, volteó su rostro y se extrañó de ver a cierto pelinegro que se olvidó de replicar.—Oye — Mencionó débilmente.—¿Qué? – Cuestionó curiosa la castaña al dejar en el olvido la próxima molestia de Regina.—¿Qué hará solo ahí Giancarlo? – Preguntó al ver al rubio sentado en una de las bancas cercanas a una pequeña fuente en medio de las áreas verdes, y con su móvil en las manos, o eso les pareció.Jane lo vio con curiosidad al reconocerlo — No tengo idea, pero es extraño – respondió.Alma torció los labios molesta — Bien, vayámonos, después de todo ¿a quién le importa? – dijo.—Tal vez espere a Fiama— se dijo la castaña al seguir a su amiga de regreso a la habita
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Nervios
Dejó de teclear en su ordenador — y eso es todo – dijo la pelinegra.Jane se quedó inmóvil e incrédula a lo que Regina le había dicho —¿y por qué no? – Le preguntó sin entenderla —¿Por Fiama? – Regina le había contado “todo”Regina suspiró desanimada, se había jurado no llorar cuando lo dejó parado en medio de ese reverdecido patio.} — No fue como yo lo esperaba — confesó y mordió su labio preocupada al bajar el rostro.—¿Sabes qué?… Cancelaré a Anthony y hablaremos toda la tarde, hasta que te aclares… estás muy confundida — mencionó y se levantó de la cama de la pelinegra para buscar su celular.—No Jane, ni se te ocurra — la detuvo al ponerse de pie— Ve a tu cita y diviértete, lo que yo necesito es pensar sola… o tal vez no pensar y dejar que pase — le dijo, no se entendía.Amaba a Giancarlo, pero no podía con todo eso. Giancarlo, Fiama, Giovanni… era mucho… ella sola se había puesto en esa situación y debía afrontarlo.La castaña negó — si me voy ahora ¿qué clase de amiga voy a ser
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Arrastrados al deseo
Ella empuñó la prenda en sus manos — Vete – demando.—Mph— Sonrió divertido— Son bonitas, confieso que me gustaría vértelas puestas… pero ahora es mucho más tentador verte así, ¿me dejarías echar un vistazo bajo esa toalla? – Pidió descaradamente.Regina luchó por mantenerse tranquila y aun así sintió su rostro arder —Giovanni eres… – ¿Que? Solo digo lo que pienso cuando lo pienso — dejó claro y se levantó del escritorio, giró su rostro y apagó la luz al extender su mano.—¿A qué viniste? – Preguntó nerviosa y apretó su toalla.Se dio cuenta que no le temía, o bueno, no le provocaba miedo, y eso la asustaba más.—¿A qué crees? – devolvió la pregunta y se quitó la chaqueta.Ella retrocedió por instinto y tragó débilmente… ¿estaba loco? ¿Ahí, en su habitación?—Te-tenemos que hablar — quiso cambiar el tema, hablar de lo que le preocupaba, con suerte todo terminaba con eso.Giovanni sonrió molesto “seguro lo aceptó y ahora quiere deshacerse de mí” pensó al verla de pies a cabeza, no pen
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No solo sexo
—¡Oh, Dios! … Giovanni — ella intentaba callarse, en el cuarto de al lado había trabajadores y Jane podía volver en cualquier momento pero… pero Giovanni se estaba moviendo sobre ella y moviéndola con él… su cuerpo estaba ardiendo.Apretó sus dedos en su espalda y se alzó para besar su hombro e intentar callarse.Lo escuchó jadear en su oído, sintió su calor y su fuerza… estaba siendo de él, si era de él.Al menos en ese instante, reconoció.—Abre más tus piernas, Regina— le suplicó entre jadeos, necesitaba estar más adentro, todavía más.Ella obedeció y la fuerza del joven creció, el choque acuoso de sus caderas era placentero y electrizante, sentía el grueso miembro del rubio salir parcialmente y volver a entrar en ella, chocando con el fondo de su cuerpo… cada embiste la hacía temblar y gemir, apretó sus ojos y las sensaciones se acrecentaron… su cuerpo estaba ardiendo y su intimidad dolía, pero no quería que se detuviese.—Mierda… eres deliciosa — le dijo al sentir su miembro ser
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De vuelta a la realidad
– ¿Sabes?…anoche Anthony mencionó por primera vez que le gustaría casarse conmigo — dijo ya sin aguantarse, mientras se recargaba en la puerta.Regina abrió los ojos sorprendida y sonrió — Me da tanto gusto, Jane — dijo sinceramente terminando de colocarse su ropa interior, y proseguir a buscar su pijama.—Nunca pensé que diría tal cosa — Se sinceró la castaña— ¡Vaya! Ni siquiera que lo pensara –—Eres una chica única, y él no es un idiota para no notarlo — afirmó la pelinegra al finalmente abrir la puerta con su cabello revuelto.Jane sonrió sin fijarse en su aspecto — Me hizo feliz — confesó.—Te lo mereces, tonta— Regina le dijo y la abrazó.—A veces creía que solo seguía conmigo porque quería que nos acostáramos – admitió la castaña.—Ya ves que no – respondió Regina.Las dos amigas se vieron con una sonrisa dibujada en el rostro y de pronto la castaña recordó el mal estado en el que dejó a Regina la noche anterior, se sintió una estúpida por poner el dedo en la herida al comparti
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Su madre
—¿Y qué vas a hacer? – Le preguntó Anthony observando con curiosidad de camino a los vestidores, el entrenamiento había finalizado.—Darle su espacio— dijo seguro Giancarlo refiriéndose a la pelinegra que apenas ayer lo había rechazado.El joven de pequeña coleta guardó silencio mientras se adentraban al lugar, se sintió un traidor al ocultarle ese tipo de relación que Giovanni y Regina sostenían…ni siquiera sabía qué tan seria era, estaba viendo a su amigo debatirse y angustiarse por algo que no era… Anthony creía entender el porqué de la negativa de Regina.—Fiama también me preocupa — habló el pelinegro al comenzar a quitarse su ropa de entrenamiento.Anthony suspiró derrotado, bueno, Giancarlo también tenía la culpa de lo que le pasaba, sí él no hubo sido el idiota que fue, Giovanni no habría tenido ninguna oportunidad con Regina, aunque, reconocía internamente que, por el momento, a él también le parecía mejor que la pelinegra se mantuviese con su primo, no sabía tomaría Giovanni
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Falsas ilusiones
El camino al centro comercial pasó rápido, Alma les dijo que ella reconocería al chico porque él debería que llevar una gorra roja, y él a ella, por sus accesorios del mismo color, pero que ella primero lo vería y si le gustaba, iría por él, si no, se daría a la fuga, a pesar de que a Regina le parecía algo cruel, no pudo evitar reír por lo cómico que eso le pareció…ojalá que no le gustara, para no pasar por eso.—Entonces ya saben…iremos al segundo piso y desde ahí veremos qué chico junto a la fuente, usa una gorra roja — recordó la pelicorta.—Bien, como digas — aceptó Regina mientras se apresuraba a seguir a sus dos amigas — ah, maldición— mencionó molesta al tirar por la prisa su bolso.—¡Regina! Apresúrate que llegaremos tarde— gritó Alma metros más adelante.—Ya voy … espérenme – respondió.—¿Regina? – Se preguntó extrañado el joven al escuchar su nombre y segundos después verla pasar casi corriendo a su lado -… que extraño — mencionó Benedicto al encogerse de hombros y seguir s
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Nada mas
—Esto…—Ven, vayamos entonces — aceptó el joven y la tomó de la mano, tomaron el elevador al primer piso y el chico no la soltó de la mano, logrando mantenerla con un sonrojo.—S-supongo que tarde o temprano, las tendremos que ver… - mencionó intentando convencerse.Le había marcado a su amiga, pero nunca respondió, odiaba la manía de Alma de mantener su móvil sin sonido… y a Melissa, bueno, ella era peor, de ella no tenía número.—Ah mira, allá están Mikey y la pelirroja — Mencionó el joven apenas al salir del elevador, al fijar su vista al frente.Regina vio más tranquila que era cierto, Melissa y su acompañante estaban en una de las mesas de un restaurante.—Entonces vamos por el helado… pediré uno de café ¿y tú? – le cuestionó y avanzó.—Yo … ah … - decía, pero se calló al sentir un tirón.—A ella no le gusta el helado — la voz cortante de Giovanni la asustó más que su presencia.—¿Y tú qué sabes? – Cuestionó el joven al encararlo.Había soltado a Regina cuando ella frenó repentin
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