48. Las leyes de la diosa luna
Axel se encontraba de pie frente al altar, mirando a Sasha con una pequeña sonrisa disimulada mientras se acercaba al altar con un hermoso vestido, que le hacía verse cómo una princesa de cuento de hadas. Ella se arregló para esa boda, para ese preciso momento y nadie podría arruinarle nada, porque ella era su mujer ante los ojos del hombre y en pocas horas, bajo las reglas de la hermosa luna. — Te ves cómo un hombre enamorado —se burló Nikolay, sacándolo del trance—. Te veo hasta más bonito. — No es eso, es que ella se ve hermosa —susurró, sin darse cuenta. Sasha podía ser la hija de su primer amor, la copia de su madre para algunos, pero en ese momento ella era su todo. Por quién rompió las reglas sin darse cuenta. La sonrisa que ella le mostró fue una auténtica, porque ella hizo lo que quiso en esa ceremonia y respetó las costumbres tanto de los gammas como de los deltas que estaban ahí trabajando para ellos. — Te ves tan hermosa —dijo Axel, sin darse cuenta y ella se sonrojó—.
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