—¿Qué se le ofrece? —brama uno de mis hombres apuntándome con su arma en cuanto llegó a las rejas.—Soy tu jefa, ábreme la puerta —le ordenó destapando solo un poco mi rostro, que gracias a la oscuridad es imperceptible para cualquiera que no esté lo suficientemente cerca.—L-lo siento jefa, le aseguro que no fue mi intención hacerla esperar —se disculpa mi hombre con la voz entrecortada debido al miedo y abriendo con manos temblorosas las rejas.—No te preocupes, únicamente estás haciendo tu trabajo como se debe —paso a su lado y antes de seguir lo interrogó—, ¿y Ben?—Se encuentra en la casa, jefa, perdone que se lo diga, pero después de que ayer desapareció las cosas se pusieron muy feas, estuvimos buscándola por horas.—Me lo imagino, pero no fue culpa de ustedes, ¿qué más sucedió en mi ausencia?—Casi… casi asesina a sus guardaespaldas, pero gracias a la señora Marisha es que siguen con vida, por favor no le diga que yo se lo dije —me implora, mirando furtivamente por encima de m
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