VIGÉSIMO OCTAVO P2.Mentiría si dijera que no quiso lanzarse encima de la hembra de hielo, hacerla hablar a golpes o con aquel don que no le gustaba usar con nadie.Pero no podia hacerlo, tenia que interpretar un papel. El papel de una reina, la reina de todo.—Que grata sorpresa Magnus. – los orbes de Itaka viajaron a ella con rapidez. — ¿A qué debo el placer?.Mentiras, puras mentiras en sus palabras. Cada alma allí presente podía oler su aroma, saber lo que ella era, saber lo que eran entre sí.La mirada de Nemesis no dejó la de Alya en ningún momento, la penetro mandando una onda de poder para que acariciara aquel cuerpo.Una amenaza, o una demostración, lo que ella quiera ver primero.Sintió placer al ver como la hembra se sacudía estupefacta, clavando aquellos orbes de hielo en ella con el ceño fruncido. Aún en su trono, varios metros por encima de ella, la loba era menos, menos poderosa y con una posición mucho más decreciente que la suya.—He venido por tu hija, Itaka.El aga
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