Jacob SmirnoffNew York–No seas rencoroso, hijo.Apenas escuché que dijo mi madre al ver que no le respondí a eso último que dijo. Algo tan simple lo engrandecían, eran muy ilógicos, si su eslogan era el de siempre apoyar a la familia.Al salir de la suite, me dirigí al consultorio, en el camino estuve a punto de caer, de repente me dio un mareo que me tuve que sostener de una maceta a la salida, esperé a que se me pasara el mareo y avancé decidido. Nada me iba detener, saldría de la consulta y terminando la junta me regresaría al hotel. No tenía que estar aguantando la cara de los demás miembros de mi familia.Llegué al consultorio, me pidieron los datos de en qué habitación estaba, si podía decirle el número de teléfono de algún miembro de mis familiares en caso de que lo necesitaran. Luego de dar los datos a los cuales tenía acceso me hicieron pasar con el doctor, Jason Miller.–Buenos días joven, Jacob Smirnoff ¿en que puedo ayudarlo?–Buenas días, Doctor, vengo a la consulta, po
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