“Dulces sueños” lo oí varias veces en mi cabeza, pero no estaba segura de que fuera real o si era parte de mi sueño. Intenté levantarme, pero se sentía tan bien, muchos creerán que perdí la cabeza, ya que no había imágenes, solo una pantalla negra sin movimiento. ¿Qué me ocurría?, ¿era algún efecto de la pastilla?—¿Le diste de tu mismo sándwich, hijo? —preguntó Aldo, el padre de Aarón.—No, papá; yo le preparé aparte, sé que debo tener cuidado con la comida que comparto.—Debe mantenerse de esa forma, no sabemos de qué forma reaccionará el resto.—¿Crees que se sentirá mejor?—Sí, su organismo es fuerte, me sorprende que no pasara a mayores…—¿Mayores? Papá… —esperó unos segundos y continuó—, ha pasado vomitando toda la mañana.—Lo sé, hijo, debes tranquilizarte, no le pasará nada.—Lo que dice tu papá es verdad —dijo Lorena, madre de Aarón—. Llegaremos a casa, la llevaremos al cuarto de huéspedes y rmonitorearemos su estado.—¿Harán lo mismo que hacen conmigo?—No nos podemos arries
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