Todos los capítulos de Me enamoré de él irrevocablemente: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Abuela
Mis padres llegaron más rápido de lo que pensaba. Me despedí de la familia de Aarón. Subí al carro y miré a mis padres, quienes estaban callados.—¿Pasó algo? —pregunté preocupada.—La abuela tuvo una caída y se pegó la cabeza. La llevamos a emergencias, pero dicen que puede ser tumor —respondió mamá.—¿Ahora dónde está? —no pude evitar comenzar a llorar.—Está en cuidados intensivos. Tu abuela es fuerte, saldrá de ahí.—¿Qué pasará con su enfermedad?—La van a chequear si pueden operarla.—¿Y pueden?—Es probable que no, tu abuela ya es muy mayor, sería un riesgo completo.—Lo siento, hija —dijo mi padre.Llegamos a casa, tomé una ducha rápido y llamé a mi mejor amigo. No contestó. Boté mi celular al piso y abracé con todas mis fuerzas mi almohada hasta quedarme dormida.La luz del sol me golpeaba en la cara, ¿ya era de mañana?, ¿qué tanto dormí? Me di la vuelta y al hacerlo sentí un bulto alado mío. Me restregué los ojos y miré. No podía creerlo.—¿Aarón? —pregunté somnolienta—. ¿En
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Cambios
Salimos tarde del hospital. Íbamos a dejar a Aarón a su casa, pero sus padres llamaron pidiéndonos de favor si podía quedarse hasta el día siguiente en nuestra casa. Tuvieron que salir y no regresarían hasta el día siguiente.—¿Entonces tendremos pijamada? —bromeó Aarón.—Sí —respondí un poco emocionada—. ¿Tienes algo en mente que podamos hacer?—¿Aún tienes el Monopolio?—Sí —lo saqué de mi armario y lo coloqué en la cama.—¿Quieres apostar?—No soy fan de apostar.—No tiene que ser dinero, podemos jugar a verdad.—El que pierde responderá cualquier pregunta del otro…—No —me interrumpió, mientras me miraba con sonrisa pícara—. Cada vez que alguien caiga en la propiedad del otro, responderá.—Yo…—Si no quieres podemos solo jugar.—Sí, será mejor que sea así —Aunque soy mejor que él jugando, aún no estaba preparada para abrir mi corazón por completo y estoy segura de que él tampoco, aunque demostrara lo contrario—. Lamento que tengas una amiga tan aburrida.—No lo eres, eres la perso
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Correo
Era domingo por la mañana y aún sus padres no lo venían a recoger. Teníamos que terminar las tareas y estudiar para las lecciones, y que él siguiera en mi casa me distraía por completo. Nos sentamos en mi cama y mirábamos la televisión. No había buenos programas los domingos.—No entiendo —dijo Aarón.—¿A qué te refieres?—Solo porque es domingo ¿la programación tiene que ser tan mala?—Si fueras el dueño de los canales de televisión, ¿qué programación pondrías? —me reí ante su divertida postura.—¿Has visto la programación de los días viernes? Es la mejor.—Si me he dado cuenta, y bueno, la mayoría de los canales pasan películas de terror.—Eso es lo divertido.—No estoy de acuerdo.—Porque eres miedosa, siempre quieres que te abrace o te tapas los ojos con mi brazo.—Es que…—Es que nada —se rio y me golpeó el brazo—. Entre los dos yo soy el más valiente.—Excepto cuando ves una araña.—No soy el único hombre que les tiene miedo, créeme mujer.—Te creo, pero aún así gritas y huyes c
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Pelea
Me levanté por la mañana con los ojos pesados, no había podido dormir al igual que Aarón, pero aún así teníamos que ir al colegio. El recorrido hasta la institución estuvo bien, nadie del salón compartía expreso con nosotros, lo cual nos daba un poco de descanso.—¿Pudiste dormir? —preguntó Aarón.—No, la verdad es que creo que solo pude dormir dos horas, no más, ¿y tú?—Estoy igual que tú, aún así nos irá bien en la lección, ya lo verás.—Nos sentamos juntos así que si lo creo.Llegamos y nos dirigimos al salón. La lección era en la primera hora, lo cual para mí era mucho mejor porque no tendría que estar preocupada por el resto del día. Llegó la hora del recreo y nos fuimos a sentar a lo lejos de la vista de los demás. Queríamos revisar nuestros deberes antes de entregarlos y estar a metros de distancia de los demás nos ayudaría.—Iré al baño rápido, si me demoro y suena el timbre, ¿me ayudas llevando mis cosas? —pregunté.—Claro.Me levanté y fui al baño más cercano. Mientras me la
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Invitación
Llegamos a casa sin ningún percance, lo cual me resultó muy extraño. ¿Acaso el director no habló con mis padres? Me encerré en mi cuarto para poder terminar las tareas y dormir temprano, quería olvidarme de este día. Mis padres tocaron mi puerta.—¿Hija, sigues dormida? —preguntó mi padre.—Aún no, pasa.—Necesitamos hablar contigo —se sentaron en mi cama—. El director nos llamó y nos contó lo ocurrido.—Eso —agaché mi cabeza avergonzada.—Pondremos una demanda en contra del colegio y la familia del chico —se miraron entre los dos. Sabía que tenían que añadir algo más—. Te cambiaremos de institución. Es inaceptable que en menos de un mes hayan ocurrido todas estas cosas.—No, no quiero cambiarme. Sé que expulsarán a Andrew del colegio, con eso me basta.—¿Y tus otros compañeros? Mija, ellos te seguirán molestando y es probable que les coja recelo porque les echarán la culpa por la expulsión de Andrew.—¿Cómo saben eso?—Porque fuimos adolescentes también, y lo que Andrew ha hecho es m
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Fiesta
El día de la fiesta llegó. Le había dicho a mi mamá que tenía la ropa perfecta y que se la enseñaría en el momento adecuado. Estaba frente al espejo acomodándome el vestido, era muy hermoso y quise usarlo ya que me lo había comprado Aarón, y él también asistiría. Muchas veces me pregunté ¿si el vestido no era muy exagerado para una fiesta de adolescentes? Pero quería sentirme bien conmigo misma, y la prenda lo conseguía.—¿Ya estás lista? —preguntó mi madre al entrar a mi cuarto.—Sí, ¿puedo usar maquillaje?—Wow hija, luces demasiado preciosa y si, puedes usar solo un poco de maquillaje, te ayudaré con eso —Se sentó en frente mío y me aplicó un poco de sombras en los ojos y labial—. Aunque, siento que el vestido puede ayudarte a lucir mejor en otro tipo de eventos.—Lo mismo pensé, pero veré a la persona quien me lo compró.—¿Quién hija? Nunca nos lo quisiste decir.—Aarón, fue quien me la dio, el otro día que fuimos a Policentro.—¿Aarón? ¿El que todos conocemos?—Sí, mamá. Él.—Es
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Disculpas
Andrew tomó aire en repetidas ocasiones antes de mirarnos a los dos a los ojos. Sudaba del nerviosismo. El hecho de que solo fuéramos los tres en el balcón le daba un poco de seguridad.—Sé que me odian, yo me odio a mí mismo, lo que hice estuvo muy mal y ustedes no se lo merecía —dijo Andrew con la voz quebrada. Nos miró esperando que dijéramos algo—. No espero que me perdonen, solo quería que me escucharan,—Yo te…—El daño ya está, todos en el colegio recordarán la pelea que tuvimos por algo que tú mismo lo provocaste. Así que, yo no podría perdonarte.—Pero yo sí.Ambos se me quedaron mirando atónitos, hasta yo misma me pregunté, ¿estás segura de lo que estás diciendo? Aarón apretó más mi cintura, ¿no estaba de acuerdo?—¿Tú, Isabela? —preguntó nuevamente Andrew, como si se hubiese equivocado al oírme—. Debo admitir que no me lo esperaba.—Ni yo tampoco, pero no sirve de nada guardarte rencor y además, ya no estás en nuestro colegio.—Lo que hice y que me rechazaran en algunos col
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Defensa
Nos sentamos en una esquina donde no nos pudieran ver. Todos estaban concentrados en sus cosas mientras disfrutaban en la piscina. Nos sentamos frente a frente y esperé que él dijera algo, pero no lo hacía.—¿Atacaste a Andrew? —pregunté en susurro para que nadie nos pudiera oír.—¿Cómo puedes decir eso? —Se puso a la defensiva y sus ojos regresaron a la normalidad.—Entonces, ¿qué pasó? Recuerdo que dijiste que él no se iría hasta que tú lo decidieras.—No lo dije literal…—Lo dijiste literal, luego de eso no recuerdo nada.—Es verdad, lo dije, pero no lo ataqué, no sería capaz.—Si lo eres, te he visto pelear con él y perder el control. Solo quiero que me digas la verdad.—Solo le dije eso porque quería que él supiera que no tenía que acercarse a ti, nunca más —miró a otro lado y luego regresó su mirada hacia mí, molesto y a la vez confundido—. ¿Estás defendiéndolo?—No, demonios, Aarón. Solo quiero saber la verdad. ¿Estabas amenazándolo?, ¿por qué te sangraba el labio? ¿lo atacaste
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Salinas
Llegamos a la playa y mis padres alquilaron sillas y sombrillas, tres en total; unas usarían mis padres, la otra los padres de él y la última la compartiría con Aarón. No recordaba lo mucho que me gustaba pisar la arena con mis pies descalzos y lo caliente que se sentía entre mis dedos. Me coloqué un poco de bloqueador y eché mi cabeza para atrás. Se sentía tan bien, que había ignorado a Aarón por unos minutos hasta que se sentó en frente de mí.—¿Me puedes oír? —preguntó Aarón mirándome fijamente.—Lo lamento, había olvidado por completo lo bien que se sentía estar en la playa.—Deberíamos venir más seguido.—No, eso sería mucho pedir a tus padres, y no queremos molestar.—Siempre tan modestos.—¿Querías decirme algo?—Vamos a nadar un rato a la playa.—No me digas que tienes tabla de surfear.—No, no tengo una —se rio—, si la tuviera la hubiese traído.—¿Qué hay de la marea?—Estaremos bien, yo cuidaré de ti.—Eso es un alivio.Le dijimos a nuestros padres donde estaríamos y entramo
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Sospechas
Lo miré a los ojos y noté que era sincero con su preocupación. Me ayudó a sacudir la arena de mi ropa y de mi cabello. Me había despeinado en menos de un minuto y él estaba ahí intentando arreglarme lo que podía. Le sonreí.—Gracias —dije al acortar nuestra distancia—. No vuelvas a dejarme sola.—Lo siento, fue imprudente de mi parte, no tenía que hacerlo, pero confié mucho en el guardia.—Ese guardia nunca notó mi presencia ni tampoco oyó los gritos.—¿Gritos? —disimuló sorpresa.—Sí, ¿no los oíste? Por eso me preocupé por ti, pensé que algo te había pasado.—No —me sonrió como si tramara una broma de por medio—. ¿Estabas preocupada por mí?—No seas presumido.—¿Estabas a punto de poner en riesgo tu vida por mí?—No sigas —ambos nos reímos—. ¿Podemos regresar a casa?—Seguro.Cuando regresamos eran las doce de la noche. Nuestros padres seguían dormidos. Estaban todas las luces apagadas, y apenas se oía a los vecinos festejar un cumpleaños.—¿Podemos quedarnos en la sala?—¿Qué ocurre
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