—¿De qué estás hablando? Además, ¿En qué te afecta el que esté o no enamorado de una Alondra? No deberías escuchar conversaciones ajenas. —le dijo Calem a la persona que le habló.—¡Ay no que desconsiderada soy! Y esto me afecta, porque tú no estás en el palacio para hacerle la corte a esa tonta, ya que, al igual que yo, tú estás aquí para informarles a nuestros jefes, sobre todo lo que ocurra con la señorita en cuestión. Recuerda que para ellos, Alondra es su boleto de regreso a la Corte, el cual utilizarán muy pronto, así que no lo eches a perder. —le respondió esa persona.—¿Sabes lo que pienso? Que estás muy celosa de Alondra, por la razón de que tú, ni haciéndote pasar por una Dojagi natural y no creada en un laboratorio, como realmente ocurrió, has logrado ganarte el cariño y el aprecio de los habitantes de este palacio, sobre todo, el del Príncipe Seong-Jin, a diferencia de la señorita Richmond que ha cautivado por completo el corazón del futuro Rey de Gales, sin tener que fing
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