Clay se había envuelto alrededor de mí como un koala. Ambos estábamos sentados en el sofá y él mantenía sus brazos alrededor de mi cuello y sus piernas alrededor de mi cintura. Sabía que se había asustado mucho. Aun cuando Clay era algo rebelde y demasiado inteligente, la violencia no era lo suyo, lo ponía nervioso. Ni siquiera jugaba videojuegos como Call of Duty o alguna de esas cosas. Y las películas que veíamos, aunque tenían cierta violencia de vez en cuando, trataban más de acción que de violencia en sí. Y aunque nunca lo admitiría ya yo había leído ciertos aspectos de su personalidad en base a sus gustos, reacciones y la forma en la que veía muchas cosas. Con ese ceño fruncido tan suyo que dejaba ver lo desagradable que se sentía con ciertas ideas aun sino quería dejar verlo. No había podido ver su rostro mientras sus abuelos estaban aquí, porque lo había mantenido a mis espaldas, pero estaba segura de que en su rostro se pudo ver lo incordiado que estaba. Pasamos así largos
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