Después de ver un par de caricaturas de los Paw Patrol, con la cual Ernesto ya estaba familiarizado, debido que a su pequeña Lis, también le encantaban, la pequeña se bajó de la cama y llevó hasta él sus juguetes. Su corazón se estremeció al observar que tenía muy pocos. Con detenimiento miró la sencilla ropa que tenía, entonces su cabeza comenzó a llenarse de dudas, sobre la vida de la chica.¿Estaría equivocado, sobre sus sospechas y estaba albergando falsas esperanzas?, la duda lo abordó; sin embargo, era idéntica a ella, además, el verlas tan solas, despertaba en él sentimientos que avivaban su pecho, haciendo que latiera con fuerza.—Sea quien seas, no voy a dejarte sola —refirió—. En cuanto vuelva a México, voy a buscar ayuda, con Arnulfo, el tío de Álvaro —mencionó—, solo él puede ayudarme —expresó bajito.La pequeña, sacó de un mueble un paquete de galletas y se las acercó a él, sonrió con dulzura.—¿Las destapas, por favor? —preguntó con su suave vocecita.Ernesto acarició s
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