Avery se sentó en la cama con una alegría inconcebible en su rostro. Cinco años atrás, su madrastra y el hermano menor de Wanda, James, habían robado trescientos millones de Industrias Tate. Después de gastar la mayor parte de esa fortuna, la codicia se había apoderado de él, y había planeado hacer otra fortuna con Industrias Tate. Solo que esta vez no se encontraría con trescientos millones de dólares, sino con la gélida y dura mano de la ley. Un momento atrás, el oficial Boyd, el policía responsable del caso, se había puesto en contacto con Avery y le había informado de que James ya había embarcado en el vuelo de regreso al país. Había un equipo de agentes en el aeropuerto, preparados para tenderle una emboscada. Tan pronto como James aterrizara, él sería arrestado. Esto era algo que Avery llevaba años esperando, e incluso después de colgar, parecía no poder calmarse. Ella quería compartir la buena noticia con sus amigos, pero eran las tres de la mañana y no se atrevía a desp
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