Epílogo: Segunda parte.
Felipe agarraba la mano de su padre con fuerza mientras que lo miraba a los ojos, olvidándose de todo lo malo que había pasado entre ellos, porque aquel no era el momento para reproches, ni discusiones, solo era un momento de sinceridad entre padre e hijo, una oportunidad que la vida le estaba ofreciendo para sanar viejas heridas, aunque fuese tarde par uno de ellos. –Eres mi niño y debí protegerte de ella, del daño que te hizo. – Murmuró Amancio con tristeza. –Pilar ha destrozado nuestras vidas. – Murmuró Felipe asqueado solo de recordar el rostro de su madrastra. –No hijo, lo hice yo, pero me alegro de saber que tú vida no ha terminado destrozada. – Contestó Amancio. – Sé que te has casado y estás formando una familia con la mujer que amas y no sabes lo feliz que esto me hace. Porque quién se merece pagar por sus pecados aquí, soy yo, tú eras inocente en toda esa historia. Te mereces ser inmensamente feliz mi chico. –Pero no es justo que acabes así papá, sin derecho a una segund
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