CAPÍTULO 52. ¿Niña?
Victoria ni siquiera sabía cómo se llamaba aquella ciudad, solo sabía que tenía un puerto y en ese puerto había barcos.—Siga circunnavegando la isla, no se detenga, yo lo encontraré en uno de los puertos cuando lo necesite —le había dicho a Nico y el hombre no se había molestado en protestar o preguntar.Victoria había crecido en un pueblito frente al mar Balear, y había hecho toda clase de locuras con sus amigos desde que era una adolescente. No podías crecer en un lugar así sin saber manejar al menos un barco pequeño, así que paseó alrededor de los muelles y vio algo que ya conocía. Una pequeña Bayliner, una lancha rápida de diecisiete pies, compacta, eficiente. Y si en su adolescencia le había parecido buena para correr, ahora le parecía buena para escapar.Fue a la tienda de conveniencia más cercana y compró comida y agua suficiente, y luego le alargó la mano al dueño de aquella lancha y le dijo sin rodeos que se la quería comprar. Podía parecer una locura, pero cuando se llevaba
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