Sigo callada pellizcándome, pregúntame si estoy sumergida en algún coma alcohólico y mi imaginación se inventa cosas, pero no es así, está aquí. En carne y hueso en la sala de mi casa, luciendo realmente sexy, su cabello está mojado, la ropa arrugada. ¿Qué? ¿Por qué está así? Comienzo a sentir que me voy a desmayar. Miro a mi tía que me está gritando y no he escuchado ni una palabra. —¿En qué estás pensando?—me regaña. —Yo…—me quedo sin palabras. Algo me dice, en el corazón que esto está mal—¿Quién es él?—pregunto con un hilo de voz. Ella se voltea mirándolo con su miradita de vergüenza—Disculpa, Frank, no sé qué le sucedió a mi sobrina, ella no es así. —No te preocupes, Eloy, si quieres me voy y las dejo sola. Asiente—¿Quién es usted?—le pregunto con bronca. —Es el chico…que conocí en la app. Levanto una ceja y largo una carcajada involuntaria—¿En la app de citas? —Sí, su nombre es Frank Uribe. —Wow, me suena conocido—digo. Él sostiene su mirada fría—¿Y cuánto llevan viéndose
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