Los días pasaban con lentitud, la vida de Aledis se había convertido en la de un espectro vagando por la tierra sin darle sentido a su existencia. Se levantaba cada mañana, se arreglaba por inercia, iba al trabajo y sufría las miradas de sus empleados. Elián la observaba con lástima y se compadecía de su sufrimiento. Aunque cuando ella lo miraba él, le dedicaba una sonrisa intentando disimular. Lorena y Remedios se pasaban el día contando secretos entre ellas, veía como aquella mujer a la que odiaba cada vez más, se alegraba de verla en ese estado. Sin embargo, se veía incapaz de reaccionar, de guardar como antes los sentimientos. Se encontraba tan hundida y tan sola, que no le importaba lo que pudieran decir de ella. **************************************** Para Brais tampoco era fácil. —Está bien que hagas ejercicio, pero destrozarte no te la sacará de la cabeza. —Cristian, lo regañó. —Si sigues nombrándola, menos podré sacarla de mi mente. —Aledis, Aledis, Aledis. —¡Vete al in
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