No tenía modo de explicar lo que su corazón sentía, pero había una expectativa de complemento en lo que se estaban aventurando a hacer, de alguna manera Naiara podía percibir que era correcto, que las emociones que chocaban en su interior creando una batalla, estaban muy por debajo de lo que realmente la motivaba. Lo observaba avanzar por entre los aldeanos, que sumergidos en sus festejos, los omitieron del todo, y no podía dejar de admirarlo, un ser tan rebelde, tan arrogante, violento incluso en sus maneras, y sin embargo tan excitante y suyo que le cortaba el aliento con solo pensarlo, y apretó el agarre de su mano, e Aysel la miró sin dejar de caminar. -¿Estas asustada?…- le preguntó con aquella voz profunda que poseía, y sin embargo envuelta en una ternura que le derritió el alma. -No…- dijo intentando una sonrisa, y él volvió a mirar en dirección a la choza, que estaban a punto de alcanzar, sintió como aferraba más su mano, y comprendió que él estaba tan inquieto como ella, ha
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