Las horas que precedieron a la mañana, se hicieron tan extensas, que Naiara sintió como si hubiera pasado días bajo la penumbra de aquella choza, se mantuvo tendida sobre el lecho de almohadones completamente desnuda, intentando no borrar de su piel el rastro del cuerpo de Aysel junto al suyo… las lágrimas brotaron con total libertad, cuando comprendió que él no regresaría, las primeras luces del amanecer se filtraban por una diminuta ventana en lo alto de la pared. Se sentó tomando entre sus manos el atuendo que vistiera la noche anterior y que le fuera retirado con tanta delicadeza, un sollozo se le escapó, pero ella sabía bien, cuando dejo que esto sucediera, que debía terminar de este modo.
Se puso de pie, sintiendo el cuerpo dolorido y se sonrió con melancolía, todas aquellas pequeñas punzadas, eran la muestra fiel de lo que había experimentado ju
Yuel se puso de pie, y observó a su alrededor, como si estuviera contemplando el bosque, buscando algo en medio de la naturaleza que estaba vetado para los ojos de Naiara.-Este bosque es silencioso, no te habla como lo hace el bosque de Aysel – dijo sin más con ambas manos unidas en la espalda, como si con aquello pudiera aliviar en algo los malestares de su edad.-¿El bosque de Aysel?...- preguntó Naiara demasiado sorprendida por lo que acababa de decir Yuel.-Sí… un lugar a varios días de aquí a paso de un humano…un sitio en el que el bien y el mal se entremezclan, un sitio que ha sido tanto sagrado como infernal…- respondió Yuel observando las tierras que se extendían al norte de ellas, como si pudiera vislumbrar los árboles del bosque del que hablaba.-Su esencia…- susurró Naiara, compr
Él sonido de los cascos de Tristán, era todo lo que resonaba en los oídos de Naiara, que galopaba a toda velocidad por entre los árboles, Beatrice la seguía muy de cerca sobre su enorme lobo, ella sabía perfectamente que aquella hermosa gata llamada Saila, era la compañera de su amiga desde hacía mucho.Llevaban alrededor de tres horas de viaje, y Naiara no había bajado el ritmo de su carrera, pegada al cuerpo de Tristán, como si fuera parte de él, anclada con ambas manos a la crin del caballo, ignorando las riendas que se ajustaban a la silla parecía una verdadera amazona, Beatrice temía por su amiga, la velocidad que llevaba era impresionante y debía de reconocer que el animal que guiaba era poderoso, también podía ver desde lo alto el cabello azabache que ondeaba en el viento, pero no alcanzaba a vislumbrar las mejillas humedecidas por las lá
Naiara le había pedido un momento a solas a Rasme antes de que la audiencia con los sabios, se sentía inquieta, sabía perfectamente que podía ser descubierta… y lo más lamentable, era que de algún modo lo deseaba, que supieran que ya no era la adecuada y que la desterraran del templo… por un momento aquel pensamiento tomó un matiz de ilusión en su corazón, iría con Aysel, lo encontraría, y entonces le hablaría de su amor… un par de toques suaves en la puerta, la alertaron.-Naiara… los sabios te esperan…- insistió Rasme, desde el otro lado de la puerta. Naiara se quedó mirando la madera delicadamente tallada – Naiara…- volvió a nombrar la mujer.-Enseguida Rasme…Se observó por última vez en el enorme espejo que había en la pared, vio a una mu
Habían cruzado un pequeño claro entre bosques y bosques que había visto pasar, llegaron a las orillas de un río que parecía calmo, casi impasible, el sonido de sus aguas era manso y adormecedor, mientras que los rayos del tercer sol que veía emerger desde que comenzó su viaje, se reflejaban en el cristal líquido. Naiara había bajado de su carruaje, aún contra las objeciones de Rasme que le había dicho que no era buena idea, que podía ser incluso peligroso.-Ven Rasme… respira este aire… - le dijo tirando de una de las manos de su acompañante, que se resistía como una mula – vamos, no tengas miedo – le insistía la muchacha con una suave sonrisa.-Oh, esta bien… no digas que no te lo advertí – aceptó la mujer, sosteniendo un poco la falda de su túnica para no enredarse al bajar el
Naiara avanzó, escuchando el rumor de los habitantes de la tribu a su alrededor, la luz exterior producía un extraño efecto en los ojos al entrar a aquel templo. Apenas había puesto los pies dentro, el corazón le dio un salto impresionante en el pecho, lo sentía atorándose en su garganta, y la sangre comenzó a correr frenética por sus venas, alocada, caliente. Miró a un lado y otro buscando la causa de su inquietud, le parecía casi imposible, y caminaba lentamente intentando evitar que se notara su desasosiego, las antorchas que comenzaron a encenderse luego de que ella entrara, alrededor de la circunferencia que formaba el templo, iban poco a poco ayudándola a enfocar a los presentes, una serie de lobos que a diferencia de los que se encontraban fuera parecían mantener un grado de compostura, no eran demasiados, pero a pesar de que sus rostros podían adivinarse bajo la luz penumbrosa d
El aire frio de la cueva comenzó a notarse en su piel, ya no se atrevía a pedir ser liberada, una luz tenue, casi como la llama de una pequeña vela, iluminaba lo que parecía un rincón, notó como era llevada hasta ahí, perdiéndose tras alguna roca el poco albor que llegaba desde la entrada. Una antorcha comenzó a encenderse en la mano de Aysel, pero Naiara no se atrevió a mirar su rostro. Notó como la ubicaba en algún sitio de la pared, por un momento se quedó tranquilo, en silencio, aún la mantenía pegada a su costado y ella tuvo la tentativa de acariciar el pecho desnudo, la piel que tenía a la vista, como una necesidad de proximidad y aceptación.-¿En que estabas pensando?...- le preguntó fijando sus ojos violáceos en los de Naiara, que no pudo evadirlos, como si su intensidad la aprisionara, la voz estaba conteniendo una
Se veía a sí misma arrastrada hacía la salida de la cueva en la que había sido mancillada, el modo en que Aysel la poseyó estaba lejos de cualquier animo romántico, lejos de la calidez, que sus maneras anteriores habían parecido prometer, aquella noche en que la luna había iluminado su amor… la noche en que ella le entregó su alma.La luz de las antorchas encendidas tanto como el ánimo de los habitantes de la tribu al recibir como un regalo permisivo la consumación de los esponsales, la desequilibró aún más. Medio desnuda recordaba como los ojos de los lobos se posaban lujuriosos sobre su cuerpo, una sensación poderosa de “traición” se alojó en su alma, y de pronto se vio en el piso, sobre la hierba… vestida como las sacerdotisas antiguas, con el blanco, antes inmaculado de su ropa, manchado de sangre. Una esfera de un
No muy lejos de ahí, un medio lobo se paseaba como si se tratara de un animal enjaulado, dentro de su propia maritú.-La señora ya esta apostada – se escuchó la voz de Hazel a entrar.-Ya lo sé … - casi rugió Aysel. Y luego, después de un breve silencio, susurró inquieto – Puedo olerla desde aquí.-Es una mujer muy hermosa y amable – se atrevió a agregar el anciano, recibiendo como respuesta un gruñido bajo, acompañado de una mirada que parecía querer fulminarlo –. Lo siento – dijo finalmente, inclinándose ante su señor, para salir presuroso -. Pero la voz de Aysel lo detuvo.-¿Cómo estaba?...- intentaba saber, la inquietud en su interior no se aplacaba al paso de los días como él pensó. Cuando comprendió que Naiara iba